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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
7
Western. Drama En 1892, un reputado capitán del ejército, Joseph J. Blocker (Christian Bale), se ve en la obligación de escoltar contra su voluntad a un moribundo jefe cheyenne (Wes Studi) y a su familia, de regreso a las tierras de su tribu en Montana. Para ello tendrán que emprender un peligroso viaje por las praderas de Nuevo México, donde se encontrarán con una joven viuda (Rosamund Pike) cuya familia fue asesinada por un grupo de comanches que ... [+]
22 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las estériles tierras de Montana son el marco donde Scott Cooper, director y guionista, dibuja la redención del hombre excusándose en el odio que construye la etapa más recordada de la historia de América. El capitán Blocker, encarnado por el polifacético actor británico Christian Bale, emprende un personal viaje espiritual escoltando, por estrictas órdenes del presidente, a Halcón Amarillo, un jefe comanche, de vuelta a casa. Saltándose los códigos que definen un gran porcentaje de wésterns, Cooper define con Hostiles una road movie que brilla por su autenticidad a la hora de narrar y, sobretodo, por la capacidad de medir el don de la palabra y los silencios de sus personajes sin perder la naturalidad, traducida en hostilidad, entre yankees e indios. Todo hilvanado con mimo, y mirando con clemencia herida la condición del hombre indiferente de su ideología o raza, solo vigilando la concordia, única capaz de hacer desaparecer el odio del corazón y siendo sus depositarios los máximos representantes del Viejo Oeste, el hombre y el salvaje, el salvaje y el hombre; Blocker y Halcón Amarillo.

La preciosa fotografía de Masanobu Takayanagi adorna la proposición de Cooper sobre la providencia divina, aquella misión en la que el director pone toda su confianza en las personas, eliminando a Dios de la ecuación gracias a personajes como el coronel Henry Woodsen (Jonathan Majors), el cabo Philippe DeJardin (Timothée Chalamet) y el sargento Thomas Metz (Rory Cochrane), tres secundarios que ofrecen mejor lectura juntos. El primero, febril creyente, encuentra en la palabra del Señor el único consuelo a una vida de lucha, odio y sufrimiento que América le guardó, a buen recaudo, para él. El segundo, que denota, también, una liviana devoción, funciona como eslabón perdido entre Woodsen y el tercero, Metz, cuya construcción de personaje, pese a ser el más importante de los tres, es derrotista y vacía, siendo incapaz de encontrar consuelo para sus pecados. Esta escala tripartita de religiosidad está muy lejos de lo que pueda parecer a simple vista, ya que los tres personajes comparten el mismo destino. La ansía de Cooper es transmitir, a su manera, que debemos creer en las personas por encima de lo demás para poder alcanzar la providencia, la salvación del mundo, la paz. Y este es un mensaje que va puliendo poco a poco, con un ritmo muy lento y mediante elementos casi circunstanciales como los personajes citados que condicionan la evolución de los protagonistas de manera casi desapercibida, muy natural y, sobretodo, muy auténtica.

Pero sus funciones no quedan ahí. Gracias al boceto casi caricaturesco que Cooper pinta con estos secundarios, el director ilustra una recreación más que digna de la Guerra de Secesión. Para la derrota confederada, La Unión debió recurrir a fuerzas extraoficiales, o, mejor dicho, a mano de obra. Entre ellos se encontraban los negros como Woodsen, pertenecientes a la nombrada USCT, con los que La Unión, gran parte de América, renunció convenientemente al racismo institucional para ganar a La Confederación. Lo que quiere decir Cooper con esto está más que claro, y se demuestra explícitamente en los diálogos entre Woodsen y Blocker. Por otra parte, DeJardin representa la cercanía política entre el gobierno estadounidense y el francés desde 1778, cuando lucharon juntos por un bien común contra Gran Bretaña, convirtiendo a muchos franceses como el personaje de Chalamet en carne de cañón para los ejércitos americanos del Norte como tan bien demuestra Cooper. Por último, Metz, antiguo soldado confederado y convertido a La Unión es el punto de inflexión entre ambos bandos, que se extrapola a la relación entre Blocker y Halcón Amarillo demostrando cómo la guerra vacía el alma de los hombres y del mundo, sin mayor descanso que el perdón… o la muerte.

Aunque esto está muy bien, la cantidad de secundarios que el director desea manejar es contraproducente comenzando desde los más aparentemente importantes como Rosalie Quaid (Rosamund Pike) hasta otros menores interpretados por increíbles y desaprovechados actores. La necesidad constante de Cooper por sacar trasfondo y abrir nuevas líneas narrativas lastra muchísimo tanto la película como la espiritualidad que trata labrar en el viaje de Blocker, siendo postergada por estos incidentes y desviándose del argumento. La señorita Quaid no aporta mucho más allá que sustento para el personaje de Blocker, que, aunque la actriz logre con creces superar todas las expectativas para un personaje tan plano, demostrando una gran gama de registros, su guion no está a la altura. Y lo mismo ocurre para Ben Foster, Jesse Plemons o Scott Wilson. No así con Timothée Chalamet, al que por fin encajan en un guion acorde a su mediocridad actoral. Todo lo bueno en este aspecto se lo lleva el impecable Christian Bale, cuya interpretación y personaje me han recordado a Daniel Day-Lewis como en Pozos de ambición (Paul Thomas Anderson, 2007), en constante compañía de Wes Studi, antológica presencia del wéstern.

Jane Galli hace un trabajo irreprochable de maquillaje, sacando el máximo partido de la expresividad en el reparto de nativos como el ya citado Studi o Adam Beach como Halcón Negro, y envejeciendo con sombría sutileza la mueca (que no las facciones) de Bale. Como gran amante del wéstern, desmerecen las secuencias de acción que, aun estando muy bien recreadas, flaquean por su volatilidad y nulo sentido de la tensión, aunque tampoco es tan reprochable ya que Hostiles conlleva un sentido más histórico que de puro wéstern. A fin de cuentas, la gran aventura del capitán Joseph J. Blocker está tan bien filmada como narrada cuando no se deja llevar en desvaríos secundarios, con un mensaje que titubea desconsuelo, pero también perdón hacia los nativos americanos y su tierra con una ilusoria esperanza en la humanidad. ‘Todo hombre es bueno a la vista de El Gran Espíritu.’
Tiggy
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