Los Farrelly hacen películas de lo que se llama humor de sal gorda. Pero ésta más bien es de humor de sal, gorda.

La premisa es que ya que nos importa el físico, vamos a hacer que el prota vea lo que no es. Y eso no cuela. Es posible no ver lo que es, incluso no llegar a hacerte del todo con el físico de alguien y gustarte. Pero ver otra cosa de lo que es no es amor ciego, es amor mentiroso. Si la hubieran hecho al revés, o sea que alguien se ciega por la belleza exterior de otra persona que no puede ver mucho más allá, la premisa colaría. Pero entonces ya no sería una comedia, sino un drama. Y claro, no parece que los Farrelly aceptasen el reto. Serían incapaces.

Todas estas tonterías que digo no tendrían importancia si al menos la película tuviese gracia. Pero es que menos alguna chorrada, no recuerdo haberme reído mucho. Y eso que a mí a veces la sal gorda me apetece, y no desprecio a los Farrelly. Pero esta vez su juego extremo no me convence.

Sólo recomendable para los que encuentran más interesante a Marilyn Monroe que a Bette Davis. O ni eso.