No he leído el cómic de Alan Moore. Es más, me la suda Alan Moore. Ni siquiera sé qué es eso de "novela gráfica". ¿Una forma cultureta de llamar a los tebeos? Lo siento, yo me he quedado en Asterix, el Capitán Trueno, y los Mortadelos cuando vas al baño o a la pelu.

Así que yo me centro en lo que me interesa, el mito ripperiano. Cada loco con su tema, como debe ser.

Y bueno, esta película es como un popurrí de algunas anteriores. Sobre todo de "Asesinato por decreto" y la miniserie protagonizada por Michael Caine. De esta última coge el verdadero investugador del caso, el inspector Abberline. Pero Johnny Depp no pega ni con cola. Y si encima le hacen tener esas extrañas premoniciones psicotrópicas, apaga y vamonos.

Por añadidura la ambientación de Whitechapel se la pasan por el forro. Con menos medios hay películas que han logrado más. Y los asesinatos los reflejan de una manera un poco burda y efectista, con musiquilla tachán tachán y volteretas modernas de cámara.

Aún así, y aunque para los ripperianos no vale gran cosa, como película es entretenida. Y hay que reconocer que ese final romanticón es un puntazo.