Película para televisión en la línea de las míticas "Historias para no dormir" de Chicho Ibañez Serrador. Un matrimonio con un bebé se muda a una antigua casona en un barrio rico en la que, no se nos explica exactamente el qué, ocurrió algo que será determinante en los luctuosos sucesos que se producirán.

Con Alex de la Iglesia a los mandos algo de enjundia tenía que tener, aunque fuera un producto televisivo. Falla en algunos aspectos, como la relación entre la pareja protagonista, poco creíble, o la intervención de algunos secundarios en unos diálogos demasiado aferrados al tópico. Pero la historia gana cuando los elementos sobrenaturales hacen aparición, Javier Gutierrez deja de intentar ser un marido amoroso para aparentar más un psicópata desesperado y Leonor Watling, simplemente, deja de salir.

Por momentos la cosa se percibe acelerada en exceso, quizá apremiada por la menor duración del formato televisivo. El personaje de Gutierrez, en el tramo final, parece más un arquetipo que una composición sólida, y eso baja enteros. A lo que añadimos una escena final que se percibe a kilómetros, Pero el conjunto es resultón, tiene suficiente oficio y solo dura una hora y cuarto.