Miniserie que no termina de arrancar hasta el final del tercer episodio. Un asesinato acaecido en 1980 y del que pueden buscar info en Wikipedia, lo cual no recomiendo si tienen intención de verla, ya que hay espóileres a cascoporro.

Primero es un drama costumbrista, luego un drama criminal y finalmente un drama judicial. Todo el peso de la trama recae en Elizabeth Olsen, que nos regala una interpretación con muchos matices, para lo cual emplea numerosos tics faciales que pueden terminar resultando forzados. Comparte protagonismo Jessie Plemons en su enésimo papel de tipo enjuto y de pocas palabras en el que está encasillado. Hay veces que uno desea meter la mano en la pantalla y sacudirle un par de hostias a ver si espabila. Lo mismo que a Patrick Fugit, vaya dos personajes palurdos los suyos.

Es una serie visualmente conservadora y para todos los públicos. La pareja protagonista folla vestida y, si se han quitado la ropa, ella se cubre siempre las tetas con la sábana. Menos más que está basado en un true crime, de lo contrario costaría creer algunas cosas. Los tres primeros episodios pueden resultar algo anodinos y tontorrones, y la tentación de abandonar está ahí. No lo recomiendo. En cuanto entra en escena la trama policial la cosa coge velocidad, con el valor añadido del personaje de Tom Pelphrey encarnando al abogado, gran personaje. A partir de ahí, querrán llegar al último episodio de una sentada. No es una serie top, pero merece un hueco.