Ésta es de esas películas que irrumpen, de vez en cuando, estrepitosamente en el ensoñador mundo que se muestra entre luces y sombras -me refiero al cine- para sorprendernos cuando creíamos que ya lo habíamos visto todo, que ya nada podría hacerlo... Y entonces nos damos cuenta de que no soñamos, de que nos hallamos ante viñetas en movimiento, y de que todo es tan sumamente exagerado y a la vez hermoso, como el blanco y negro, de vez en cuando teñido de rojo... rojo sangre, rojo pasión, que se grava en nuestras pupilas como se gravan los sueños, los buenos sueños, los que sólo conseguimos mantener un instante en el recuerdo al despertar, para inmediatamente desvanecerse para siempre de nuestra memoria.

Pero "Sin CitY", no es un sueño, ni es un comic, tampoco es un relato cinematográfico convencional, salvo por la profunda huella de cine negro que la acompaña. Si les digo la verdad, aún no he logrado hallarle una definición, una estantería donde colocarla. La primera vez que la vi, me tuve que frotar los ojos, no podía creerme lo que acababa de ver, no podía creerme que hubiese disfrutado tanto con una película. Volví a verla en sucesivas ocasiones y nunca deja de agradarme, y entendí que es una obra única y creo que irrepetible, de hecho la segunda parte deja mucho que desear -siendo amable-, y creo que es una de esas contadas producciones que son hitos en la historia del cine…

Les hablaría de su argumento pero está tan bien narrado, a viva voz, por sus personajes protagonistas que no haría si no estropear tan exuberante relato, del que sólo les puedo adelantar que es fiel heredero del mejor cine negro de los cuarenta-cincuenta y que transcurre por Sin City, una ciudad corrupta hasta la medula, una ciudad siempre oscura, siempre de noche, una ciudad sin ley pero con hambre de justicia…