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España España · Barcelona
Voto de Risard:
9
Drama Anthony (Anthony Hopkins), un hombre de 80 años mordaz, algo travieso y que tercamente ha decidido vivir solo, rechaza todos y cada uno de las cuidadoras que su hija Anne (Olivia Colman) intenta contratar para que le ayuden en casa. Está desesperada porque ya no puede visitarle a diario y siente que la mente de su padre empieza a fallar y se desconecta cada vez más de la realidad. Anne sufre la paulatina pérdida de su padre a medida que ... [+]
1 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que cabe destacar en la manera en la que Florian Zeller nos cuenta esta historia es, la buena estrategia de identificarte con el protagonista, haciéndonos partícipes de su enfermedad. El recurso de confundirnos mentalmente nos lleva primero a la turbación mental, luego a la empatía, y más tarde a la lágrima, sin caer en sentimentalismos de telefilm.

Es absolutamente plausible su maestría en el desarrollo del metraje cómo nos vamos sintiendo como el protagonista, un inmenso Hopkins, y nos arrastra hasta la desesperación de querer que acabe esta breve historia. Pero Zeller va más allá, no sólo con eso, nos lleva al mismo tiempo a empatizar con su familiar más allegado, y cómo la impotencia y la necesaria emancipación se hacen hueco en nuestro corazón y partícipes de nuestra mente más racional. Pese a confundirnos para adentrarnos en la mente de nuestro personaje, y terminar percibiendo un gran removimiento de emociones, no nos aleja de mantenernos en la lógica y en la racionalidad del asunto.

¿Cuántos padres o madres han necesitado separarse de sus hijos? ¿Cuántos hijos han necesitado separarse de sus padres, ya infantilizados por alguna enfermedad haciéndolos necesarios de tutela? La vejez nos lleva de retorno a la niñez, y es la paradoja que nos contaba Fincher en su maravilloso caso de Benjamin Button, es curioso cómo el ser humano, nunca llega a ser un ser auténticamente maduro del todo, siempre acarreamos alguna mochila emocional que nos lleva de nuevo al origen, curioso que seamos la única especie que seamos tan sumisas a la emotividad dominada por la mente conceptual. Nos creemos seres superiores, pero nacemos y morimos con pañales.

Uno no puede evitar salir de la sala de cine emocionado, con lágrimas por las mejillas, ante semejante historia, y sobre todo por el excelentísimo trabajo de Hopkins, un servidor ya conocía su talento, pero todavía ha conseguido sorprenderme más. No duden en apuntarla en su lista, es y será un film imprescindible.
Risard
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