Odio su sonrisa bobalicona. Odio su nariz. Odio su expresión de eterno pasmo. Odio que sea tan terriblemente anticonceptivo. Odio sus gracias sin gracia. Odio sus sobreactuaciones a lo Jim Carrey. Lo odio.

También odio a Tom Cruise, actor sobrevalorado donde los haya, inexpresivo y con alzas.

Odio, dicho sea de paso, el humor cutre y fácil, ordinario, escatológico, vulgar, que huye de la inteligencia.

Odio las comedias americanas típicas, sus gags chorras, su mentalidad de adolescente semianalfabeto.

Y sin embargo, ésta cinta, pese a ametrallarme de motivos de odio, también me ha hecho reir. Por sus parodias a otras películas, cuanto menos, más pensadas que las mierdas tipo "Scary Movie". Por la evolución sorpresiva de algunos personajes, como el de Jack Black, que al final se sale. Por algunos sketchs no solamente descacharrantes, sino también inteligentes. Por su sátira -simple e ingenua pero sátira al fin y al cabo- hacia el Hollywood más snob, al que ridiculiza y del que se carcajea. Por ser capaz de reirse de toda esa aureola absurda que rodea a los veteranos de guerra en USA. Por saber mantener el ritmo con constantes giros, independientemente de que no estén lo que se dice trabajados. Por permitirnos ver a un Tom Cruise repulsivo, al más puto estilo Torrente. Por volver a ver la cara de Steve Coogan. Y porque sin ser la panacea, para pasar un rato está bien.