El concurrido y recurrente género de bodas, banquetes y gente guapa, por poco hace aguas con este pastelito de enredos amorosos, infidelidades y cliente que pasa a ser amante. Para verla sólo necesitamos 80 minutos de un día tonto.

El mejor pretexto para unir a la pareja protagonista es la celebración de una boda, que entre preparativos, despedidas y fiestas varias dura lo menos 3 días, ella, para no hacer el ridículo frente a su ex, se ve forzada a dejarse un riñon contratando a un gigoló, que no es otro que Dermot Mulroney, quien ya sabe bastante del género, dada su intervención de la película de bodas por excelencia de los 90 "La Boda de mi mejor amigo". Ella es Debra Messing, rostro televisiva de la serie "Will & Grace", y que parece una mezcla entre Jennifer Aniston y Sandra Bullock. Pareja con poco gancho y menos filón, pero por lo visto el presupuesto no estaba para tirar cohetes...

Poco tiene que aportar esta película, desde luego su nombre no pasará con letras doradas a la historia del cine, pero los productores saben que este tipo de películas siempre encuentra su público, dispuesto a ver lo mismo una y otra vez, aunque con distinta cara.

Lo mejor: no empalaga.
Lo peor: no arriesga nada.