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Voto de Llámame Pepe:
9
Thriller. Acción. Drama Yuri Orlov, un traficante de armas ruso, recorre los países en guerra intentando eludir no sólo la persecución de un implacable agente de la Interpol, sino también la de sus rivales en el negocio e incluso la de alguno de sus clientes, todos ellos importantes dictadores. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2011
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Vaaaaale... Nicolas Cage es un traficante de armas "bajo en calorías", que parece no traumatizarse nunca con lo que hace, que se vuelve experto en el tema de la noche a la mañana, al que nunca le aciertan con una ráfaga de AK-47 ni con un RPG, siempre sonriendo y derrochando carisma en un papel medio dramático-medio cómico. ¿Y qué? ¿No es bueno el film porque no salen suficientes congoleños matándose mutuamente a machetazos? ¿Sería mejor si le quitamos los chistes, los disparos, los momentos entretenidos y le añadimos más niños soldado drogados y arropados por moscas? Pues lo siento si piensan así pero, para mí, Nicolas Cage está de fabula (me gusta ese rollo que siempre lleva de personaje nervioso, prepotente y poderoso pero a la vez acomplejado y sin auto-confianza plena en ningún momento). "El señor de la guerra" toca el tema de forma que a nadie le entren arcadas ni quede traumatizado por vivir en la sociedad actual. Lleva una preocupación muy seria a todo el mundo y muestra una verdad final valiente y profunda, que te da para pensar pero no te deja hecho polvo y sin ganas de vivir. Es una historia valiente porque no cae en ninguno de los dos extremos en los que podría caer. Que quede claro: La película no se centra en el genocidio de Ruanda, ni en el Coltán, ni en los machetazos (a pesar de que es lo que más nos marca de todo ello.) La película se centra en las armas y en el hecho de que existen personas que las venden y se auto-mienten a sí mismas para poder dormir tranquilos y que, por culpa de esas auto-mentiras (presentes en la película en frases como "no es mi guerra", "otro ocupará mi puesto", "seguirán matándose", "yo sólo vendo una forma de defenderse"), mueren miles de personas. Una incógnita para el protagonista es ¿Qué diferencia al consumidor ocasional de droga de un adicto? Pues, precisamente, la capacidad de creerse sus propias mentiras para acallar la conciencia. Eso es lo que diferencia a Cage de su hermano en la película. La grandiosidad del film reside, no en la historia, sino en un magnífico Cage cincelado psicológicamente para representar a todos esos políticos, empresarios y militares que venden buques de guerra y fusiles a dictadores y gobiernos terroristas. Los machetazos y los niños soldado son otro tema a parte y mucho más profundo.
Es entretenida, informativa, basada en hechos históricos, pedagógica, con denuncia social, irónica pero sin llegar a la mala leche, con un gran final (no acaba ni bien ni mal, acaba haciéndote sentir satisfecho y punto).
Posee una enorme moraleja y aparece un carismático, estilizado y enfermo dictador centro-africano mezcla de Adolf Hitler y Wesley Snipes, dirigente de un país donde todos ¿por ser negros? visten como raperos.

La mejor imagen: El hijo del dictador disparando al azar a los civiles con un AK-47 chapado en oro mientras va a toda velocidad en un Pontiac GTO descapotable por los ruinosos barrios embarrados de Zambia.
Llámame Pepe
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