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Voto de cinedesolaris:
8
Intriga. Drama Camille, quien acaba de cumplir nueve años, es un niño precoz e inteligente, y fanático de las videocamaras. Después de actuar de una manera muy extraña en su cumpleaños, Camille asusta a su madre insistiendo que ella no es su madre verdadera. Se dirige a ella como "Ariane" y le convence para llevarle a casa de Isabella, su madre verdadera. Isabella reclama a Camille como su hijo a pesar del hecho que su hijo Paul se ahogó hace dos ... [+]
18 de marzo de 2023
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La comedia de la inocencia, es el relato de la sublevación de una mirada, de una voluntad, la del niño de nuevo años Camille (Nils Hugon). La sublevación viene dada a través de la distorsión. Cual fractura en el discurrir de un hilo o guion de vida, en la celebración de su cumpleaños (tras contrariar la voluntad su padre) pregunta a su madre (Isabelle Huppert) si estuvo presente en su nacimiento, y comienza a llamarle Ariane. Como si realmente no considerara que fuera realmente su madre. Arianne siente que ha perdido el hilo, la realidad, la forma de nombrar la realidad, de habitarla. En la extraordinaria La comedia de la inocencia (Comedie de l’innocence, 2000) las primeras imágenes son distorsionadas. La voz del niño nombra los objetos, hasta que en un momento dado, para perplejidad de la voz de la madre, dice que lo que ve es nada. No tienen nombre ya los objetos, la realidad se reconfigura, se produce un hiato, una quiebra. Durante la celebración del cumpleaños, Camille se oculta bajo la mesa, y lo que asoma, antes que su rostro, es la cámara de video. Su mirada ahora es otra, una mirada que transfigura su vida. Mira hacia el exterior, al jardín, en donde se distingue la figura difusa, borrosa, de un niño, Paul. Camille convence a Arianne para que le presente a quien dice que es su verdadera madre, Isabella (Jeanne Balibar), la cual perdió a su hijo, Paul, hará dos años, y siente, piensa, o así parece, que Camille es su hijo.

La realidad se ve cercada, vulnerada, por las interrogantes. El extrañamiento abre surcos en donde se pierde el paso. Las identidades, los vínculos, parecen arbitrarios, frágiles, sustituibles. Navegamos con anclas entre imágenes de realidad. El otro es una imagen, un hábito (o un extraño), un ancla en nuestra realidad, una sombra en la pantalla a la que dotamos de unos atributos, al que configuramos con un papel o función. Lo extraño puede ser otro que puede ser lo mismo. Sustituciones, alteraciones. La realidad es un escenario. La mirada modifica cuando efectúa una zapa que es demolición de lo asumido como realidad, como natural, como emblema y contraseña de interacción con la vida. Las imágenes de la video cámara, las grabaciones, desentrañan, como hilo reencontrado, la raíz de la escenificación, de la modificación efectuada por una mirada que se ha convertido en directora de puesta en escena, la mirada de Camille, la mirada de un niño que no acepta la realidad tal como se la presentan, que no se acopla a la modelación, sino que se subleva e influye, interviene, en la realidad, y la reconfigura, propiciando un reajuste, forzando a los otros a que se amolden a su juego, a su escenificación, y adopten los papeles que les adjudica, asumiendo el desconcierto, las espinas de las interrogantes, porque se trastoca el escenario, porque se varía el guion, y se cambia la identidad de tu persona, porque la realidad no te da la réplica a la que estabas acostumbrado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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