Entretenida y llena de adrenalina, eso es lo que nos vamos a encontrar. La película está basada en una novela gráfica, por lo que en realidad deberían haberlo avisado. Ya que no estamos frente a meros mortales, sino frente a superhéroes. Tal vez no benefactores de la humanidad, pero sí dotados de habilidades no otorgadas al resto de los humanos. Lo primero que haces dos minutos después de empezar la película es pensar: Matrix existe. Cuando ves tantas acciones capaces de poner en duda si la acción se desarrolla en un mundo real, donde las leyes de la física deben afectar a todos por igual, es la única explicación posible.
El director, Timur Bekmambetov, es tentando y no sabe como zafarse de sobre utilizar todos los efectos especiales imaginables. Si bien existen películas donde podremos encontrar mayor cantidad, el problema surge cuando quieres adornar con ellos un mundo real sin que por ello deje de aparentarlo. Es mucho más fácil saturar la pantalla con impresionantes efectos en un entorno inventado. La cámara estará muy vida, no dejará de moverse de un lado a otro. Nada extraño en una cinta donde apenas tienes unos minutos entre descarga de adrenalina y la siguiente descarga. Esta cámara se recreará con el efecto bala, el cual supone aproximadamente la tercera parte del metraje y termina por hacer algo repetitivos los tiroteos. Para mitigar esto y añadir algo nuevo al más que manido recurso de las armas de fuego, añaden el tiro con efecto, es decir más fantasía.
El guión está en un segundo plano. Los hechos solo son una excusa para hacer brillar los efectos especiales que son la auténtica estrella. La acción es trepidante e interminable, pero ese deseo de entregar más violencia sin sentido y sangre que las anteriores películas de acción, nos conduce a la dura realidad de elegir preferir ser espectacular a mostrar algo de coherencia. Además, tanta acción desmedida banaliza las acciones y decisiones de los protagonistas, no dejando disfrutar del argumento. Lo esconde al espectador, ocultando así algunas buenas ideas de la trama. Casi todo está ya visto en anteriores películas, pero por lo menos aquí lo conjuntan correctamente.
Después de ver a James McAvoy realizar un excelente trabajo en El último rey de Escocia, es una lástima que no consiga destacar aquí. Tal vez no está hecho para integrarse en tantos efectos o las películas de acción no son lo suyo. El guión tampoco le ayuda, al hacerle pasar por el entrenamiento más ridículo jamás concebido. El resto de actores tienen aun menos oportunidades interpretativas que el protagonista. Solo son capaces de dibujar un par de características de sus personajes, siendo imposible definir si su trabajo es estimable o no.
Tanta acción gratuita colmará hasta los más ávidos de emociones fuertes. Aunque con el tiempo aparecerán otras cintas con mayor cantidad de acción y efectos. Este es el infortunio de basar tú producto en algo fácil de superar con más dinero.