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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
4
Ciencia ficción. Intriga. Terror Cecilia (Elisabeth Moss) rehace su vida tras recibir la noticia de que su exnovio, un maltratador empedernido, ha fallecido. Sin embargo, su cordura comienza a tambalearse cuando empieza tener la certeza de que en realidad sigue vivo. (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante mi total convencimiento de que la perspectiva de género persigue objetivos muy loables. Ahora bien, su aplicación indiscriminada y sin tener en cuenta otras consideraciones —artísticas, no se me malentienda— ha dado pie a una redundante colección de relecturas que denotan una alarmante falta de imaginación, así como un notorio oportunismo. Los mismos, vaya, que los acreditados por numerosos críticos, a sueldo en su mayoría, quienes se dan tanta prisa en enaltecerlas, y en resaltar lo “necesario” del “subtexto”, que uno llega a preguntarse si no tendrían la reseña escrita antes siquiera de empezar la proyección.
La enésima versión del clásico de H.G. Wells —puesto en imágenes por la propia Universal en 1933, con el maestro James Whale al timón— constituye un ejemplo palmario de lo dicho. Transcurridos apenas cinco minutos de metraje, el entusiasmo casi unánime que la viene acompañando se me torna incomprensible, y sumamente molesto conforme la película avanza hasta sus dos horas largas —larguísimas, eternas— de duración. Porque, para empezar, “El hombre invisible” hace gala de una asombrosa insipidez formal. Me ha parecido leerle a algún plumilla que la película de Leigh Wannell le había recordado a los thrillers de finales de los noventa y principios de los dos mil. Estoy de acuerdo, pero no en los estados alterados de conciencia de sus personajes o las desacomplejadas torsiones a que se sometían los guiones, sino en que visualmente “El hombre invisible” ni sabe ni huele, como la mierda de pavo.
Sus responsables manifiestan una dejadez argumental todavía peor. Un espectador moderadamente curioso —o razonablemente despierto, o que no esté en coma— va a dedicar una porción nada desdeñable de su tiempo a tratar de desentrañar qué relación vincula a la protagonista con el policía afroamericano que le da cobijo. Cabe suponer que se trate su cuñado, pero no. ¿Será su ex cuñado entonces? ¿O un antiguo “fuck buddy”? ¿Un señor que pasaba por el set, quizá? Cuando caes en que ésa va a ser la reflexión más honda a que invite “El hombre invisible”, llegas asimismo a la conclusión de que, en efecto, te estás tragando un bodrio de proporciones siderales. El doble desenlace explicando prolijamente lo que cualquiera con el preescolar aprobado puede prever desde los títulos de crédito no hace sino confirmar tan desalentadoras sensaciones.
Carorpar
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