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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
10
Comedia. Romance Sean Thornton (John Wayne), un boxeador norteamericano, regresa a su Irlanda natal para recuperar su granja y olvidar su pasado. Nada más llegar se enamora de Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara), una chica muy temperamental, aunque para conseguirla deberá luchar contra las costumbres locales, como el pago de la dote, y, además, contra la oposición del hermano de su prometida (Victor McLaglen). (FILMAFFINITY)
13 de abril de 2012
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El juego de palabras sonará tópico, pero "noblesse oblige": John Ford hace algo más que westerns. John Ford hace CINE. Con todas las mayúsculas. Perdón, me quedo corto: John Ford ES el CINE. Porque este tuerto maravilloso es el responsable de algunos- muchos- de los momentos más bellos, más inolvidables, de la Historia del Cine. Y de la de las Artes todas. Y de la del ser humano desde que éste aprendió que las manos sirven para algo más que para despiojarse o saltar de liana en liana. Y de las vidas de todos aquellos afortunadísimos de haber visto sus películas una, cien veces.
De varios de esos momentos se hace esta obra redonda, insuperable en ninguno de sus centímetros de cinta. La comedia perfecta, salpicada de elementos melodramáticos y sutiles pinceladas de denuncia político-social tratados ambos con el inconfundible desenfado fordiano - la risueña pareja de miembros del IRA, sempiternos parroquianos del pub-, plagada de punzantes diálogos, preñada de una fecunda comicidad, cínica y amable a la vez -¿el equilibrio es imposible?-.
Duke abandona las cartucheras y se enfunda una gabardina. Pero no temáis, sus andares siguen siendo los mismos. Y su rostro insólito. Y sus ñesplas en el cielo de la boca. Porque John Wayne está más allá de cualquiera sea el papel. Guiones al que los necesite. Su presencia basta. Si John Ford es el Cine, en una especie de misterio religioso, Duke también lo es. Su presencia basta, sí; y, sin embargo, no está solo. Lo acompaña una Maureen O´Hara fantástica en el rol de la sanguínea pelirroja Danaher. No falta tampoco la típica galería de personajes fordianos, tan fordianos como el citado desenfado con que el Maestro es capaz de tocar los palos más espinosos, compuesta por sus habituales intérpretes, parientes y amiguetes en su mayoría, inmortalizados con amor infinito por el patriarca de la gran y excelentemente avenida familia que parece cada película de John Ford.
Todo ello cuidadosamente envuelto con los abrumadores paisajes rurales de una preciosa Irlanda más bucólica que idílica. Patria de Ford, paraíso perdido al que algún día poder regresar. Como Trooper Thornton a su "Blanca Mañana". Como nosotros, pecadores, a Ford. Y a Duke. "Más cine, por favor".
Carorpar
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