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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
5
Western. Drama En 1892, un reputado capitán del ejército, Joseph J. Blocker (Christian Bale), se ve en la obligación de escoltar contra su voluntad a un moribundo jefe cheyenne (Wes Studi) y a su familia, de regreso a las tierras de su tribu en Montana. Para ello tendrán que emprender un peligroso viaje por las praderas de Nuevo México, donde se encontrarán con una joven viuda (Rosamund Pike) cuya familia fue asesinada por un grupo de comanches que ... [+]
1 de mayo de 2021
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Equidistancia” es un neologismo cursi para referirse al elocuente “nadar y guardar la ropa” de toda la vida. O “estar en misa y repicando”, tanto da. A mi juicio, se trata de un concepto hijo del miedo. En el caso que nos ocupa, a ser tachado de supremacista o buenista o de apropiación cultural, cuando no de todo eso a la vez —y más cosas, las que se les ocurran—, sin solución de continuidad.
Asimismo, suele procrear absurdos argumentales de asombroso calibre. El maniqueísmo de los westerns clásicos al menos tenía cierta lógica: granjeros brutalizados por partidas de pieles rojas a los que sentaba regular eso de que se los expulsara de su hogar ancestral y exterminase sistemáticamente. Aquí no, aquí todo el mundo —blanco, indio, animal, vegetal o mineral— es malo, menos los protagonistas, una variopinta pandilla donde no falta una minoría, étnica, sexual, intelectual o deportiva. De hecho, si “Hostiles” llega a durar media hora más, el niño indio se visibiliza como persona de género no binario, flexivegano y del Barça.
Y mira que el arranque resultaba prometedor, con ecos evidentes de la monumental “Centauros del desierto” (“The Searchers”, 1956), así como de la corrosiva “La venganza de Ulzana” (“Ulzana´s Raid”, 1972). Sumémosle una gloriosa sucesión de paisajes, de la aridez de Nuevo Mexico a los feraces bosques de Montana. Por si fuera poco, encabeza el reparto un Christian Bale que le sube la tensión hasta a la película más inane. De hecho, pese a las inconguencias a que le obliga el disparatado guion, el galés entrega un trabajo excelente, aprovechando un frondoso bigote morsa para mascar el inglés americano como quien rumia un puñado revenido de tabaco.
Lástima, insisto, de las servidumbres coetáneas, a cuya cobarde satisfacción se entrega la historia con un furor pedagógico tal, que no tarda en adentrarse en un sinsentido de honduras irreversibles. En fin, un despropósito que no alcanzan a paliar unos medios técnicos y humanos ciertamente reseñables y que, por ende, habrían merecido un proyecto mucho más consistente.
Carorpar
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