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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
5
Ciencia ficción Año 2044. El aumento de las tormentas solares ha convertido la superficie de la Tierra en un desierto radioactivo, reduciendo la población humana a 21 millones de personas. Jacq Vaucan (Antonio Banderas), un agente de seguros de una compañía de robótica, investiga un caso aparentemente rutinario cuando descubre algo que podría tener consecuencias decisivas para el futuro de la humanidad. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta evidente que “Autómata” no es una buena película. Lastrada por un guión paupérrimo y un manierismo que, en las escenas urbanas —nocturnas y lluviosas, por supuesto—, raya en la copia descarada, no quedará como un hito de la ciencia-ficción. Tampoco le ayudan las interpretaciones de sus protagonistas, de cartón piedra en el mejor de los casos. Mención aparte merecen un Dylan McDermott que compone un mal chiste de sí mismo y un Antonio Banderas cuyos denodados esfuerzos por sacar a su personaje de la irrelevancia acaban por conducirlo a la discapacidad intelectual.
A “Autómata” cabe reconocerle, sin embargo, ciertos méritos. Dos, para ser exactos. El primero, la valentía que requiere abordar este tipo de historia en el seno de una cinematografía tan poco proclive como la nuestra, donde el cainismo, la escatología y el costumbrismo siguen levantando mórbidas pasiones. Y aunque es verdad que el thriller parece haber empezado a asomar la cabeza, no lo es menos que bien sazonado de aquellos condimentos tan apreciados por la audiencia patria. Conque, de distopías "cyberpunk" mejor ni hablamos. Sólo por eso, la mirada con que juzgarla tiende inevitablemente a rebajar la dureza de su escrutinio. Además, y aquí radica la segunda de las bondades de la cinta, ésta se engalana con un diseño de producción y un trabajo de fotografía igualmente desacostumbrados. Eludiendo los alardes digitales con que se nos pudiera haber tratado de abrumar, “Autómata” —en especial los androides que con verosímil torpeza la recorren— emana un aroma analógico propio de otras décadas más felices para el subgénero.
Ojalá, pese a sus muchos y groseros pecados, abra una senda hasta la fecha apenas transitada por estos predios. Si bien no soy particularmente optimista al respecto, nunca se sabe.
Carorpar
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