Cuántas veces habremos visto en cine la típica batalla entre el nuevo pretendiente y el feroz exnovio tirano que tiene esclavizada a la chica guapa. El argumento de Scott Pilgrim es precisamente ese, sólo que la batalla es, literalmente una pelea a muerte.


Tras conocer a la chica de sus sueños e iniciar el cortejo, Scott descubre que no será tan fácil, deberá derrotar a sus siete malvados exnovios -y exnovia, todo el mundo ha pasado por una época turbia- como si se tratara de jefes de final de nivel en el clásico videojuego de plataformas. De hecho, la película es un híbrido entre el cómic que un día fue y un videojuego clásico, solo que llevado a la pantalla de cine.

Visualmente muy atractiva, la película es un soplo de aire fresco. No reniega de sus orígenes en papel, y utiliza los elementos más característicos de un comic a su favor, y casi da la impresión de que, en vez de una sucesión de fotogramas estamos ante una sucesión de viñetas (¡gracias, Edgar Wright!). Los personajes son simples, sin pretensiones y bien definidos, lo que hace que la película sea mucho más fluida y se ajuste al desarrollo de la historia que quieren contar, ni más ni menos. Además, el casting encabezado por Michael Cera no podría estar mejor elegido; atención al hermano de Macaulay Culkin, imprescindible.

Además de una estética muy cuidada, la banda sonora es excepcional. Además de versiones de canciones como Black Sheep, originalmente del grupo Metric (que os adelanto dará mucho que hablar de aquí a unos meses), la película cuenta con canciones de factura propia que bien podrían ser el último hit indie del momento, y los Sex Bob-Ombs (genial referencia a Super Mario) ser el grupo de moda.

Está claro que Scott Pilgrim no pretende ser una película profunda ni compleja. Lo que ves es lo que hay, como en los editores de HTML (hacer referencias al mundo friki no es tan fácil como parece) y como película para pasar un buen rato (incluso muy bueno) en el cine es perfecta, sobre todo si lo que se busca son las risas. Eso sí; todo tiene su contrapartida; se dirige a un público joven, familiarizado con el mundo de los videojuegos, el humor absurdo, los hadouken, los bonus, las vidas extra y demás jerga freak.