El creador coreano consigue volver a perturbar a sus seguidores. Después de La Isla, afronta una dura historia donde la violencia y la prostitución son los ejes para conducir una relación amorosa a buen puerto. ¿Es esto posible?. Dada la dificultad del intento, los apasionados del cine de este autor no pueden dejar de pasar este film.
Un violento y callado proxeneta se enamora de una joven, ésta le rechaza sin miramientos, pero en su afan por conseguirla la inmiscuye en una deuda que solo podrá saldar vendiendo su cuerpo. La complejidad e incredulidad de la trama impiden una buena fluidez de la historia, pero el buen hacer tanto en las interpretaciones (el protagonista, sin decir nada, desata una serie de sentimientos asombrosos solo con su gesticulación) como en el trabajo visual, hacen ganar muchos enteros a la película.
Apuntar que Ki-duk cambia en cada película tanto de actores como de equipo técnico, para poder controlar cada segundo y hacer completamente suyo cada uno de sus trabajos. Con su posterior Samaritan Girl, vuelve a abordar el tema de la prostitución, esta vez con un mejor resultado.
De todas formas, este Chico Malo, no tiene ningún desperdicio, y nos muestra que en muchos lugares del mundo la violencia sigue siendo el único modo de solventar las cosas.