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Voto de Migue Muñoz:
9
Drama. Comedia La familia Vuillard se prepara para celebrar la Navidad. A Junon (Catherine Deneuve) le acaban de diagnosticar una extraña enfermedad genética, una dolencia congénita que ya les arrebató un hijo. El único donante compatible que puede salvarla es su hijo Henri (Mathieu Amalric), la oveja negra de la familia. (FILMAFFINITY)
7 de junio de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras los éxitos de Agnès Jaoui u Oliver Assayas llega a nuestras pantallas una joya más de nuestro país vecino. Un trabajo de actores excepcional y una inmersión en el subgénero, llegado desde EE.UU., de la reunión familiar durante la celebración de Navidad. Mucha dialéctica, encuentros y desencuentros con el pasado familiar y secretos que afloran en el calor postizo de la festividad para solucionar varios conflictos abiertos.

La urgencia de hallar un donante de médula para la matriarca de la familia, una Catherine Deneuve soberbia en los dos sentidos del término: el tratamiento del orgullo por parte de su personaje y el estupendo trabajo interpretativo, no es más que la excusa o el McGuffin para realizar un tratado consumado de la soledad del ser humano aún a pesar de hallarse en el calor de una familia, la constatación de que una persona siempre va a morir sola, la compañía desaparece y la sangre y la genética a veces complican la existencia. Las infecciones se pueden multiplicar, los cromosomas a menudo incordian y es complicado hallar un donante compatible dentro de nuestro círculo: la medula espinal de la familia como institución se tambalea desde hace ya varias décadas y el término fraternalidad es casi una contaminación que necesita de transfusiones regulares para que la existencia de la relación no se extinga.

Desplechin deja vía libre a sus personajes y desde el primer minuto se dirige al espectador para abordarle con naturalidad la inflexión de la familia Vuillard: no hay sentimentalismos, ni secreto que se eterniza, hay dolor bien llevado y como espectadores se nos trata con inteligencia. Dialéctica brillante, citas culturales de altura que casan a la perfección en la trama y la enriquecen; cada uno de los personajes es una capa que ayuda a envolver de sentido toda la historia: se destapan y se tapan según el tour de force dialéctico les haga más fuertes o más vulnerables.

Mención aparte se merece un Mathieu Almalric en el papel de hijo díscolo. Un aliciente más dentro de una película tan conmovedora como valiente y con pocos pelos en la lengua. Pocas veces hemos visto tratar en una historia, con conflicto familiar, unas disputas verbales y físicas con tanta naturalidad y tratadas con tan poco énfasis respecto al resto de nudos de la trama. Lo que en cualquier historia sería el momento cumbre del relato aquí no se le da más importancia de la que tiene.

Como si Claude Chabrol hiciera un remake de La tormenta de hielo (Ang Lee, 1997) y pusiera el ojo en todas aquellas verdaderas que se extraen de diálogos en el jardin de la casa familiar o dentro de unos decorados que, como muestra Olivier Assayas en Las horas del verano (2008), están repletos de objetos, retratos y paredes que hablan por sí solos de la memoria allegada, Un cuento de navidad es consciente del derrumbamiento de la familia como institución base de la sociedad, pero también nos habla del poder de la genética y de sus infecciones.
Migue Muñoz
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