Entre el cuento de hadas y la cruda realidad, la mano de W. Allen conduce un largometraje de emociones contenidas que parecen dispuestas a eclosionar en cualquier momento pero cuya vocación discreta se lo impide.
Se trata de un historia familiar y cotidiana que amenaza desbordarse por los cuatro costados y devenir trama truculenta, remedo de cine negro o trasunto de perillanes.
Por el camino van quedando retazos de psicología, planteamientos vitales, problemas de conciencia, chapuzas conceptuales y otros azares del destino hasta ese fatídico momento en que el punto de “no retorno” aparece marcado en el calendario.