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Voto de Revista Contraste:
4
Drama Una familia se reúne en Marsella para celebrar el nacimiento de la pequeña Gloria. A pesar de que todos se alegran, la vida es dura y viven tiempos difíciles. Pero al ambicioso tío de Gloria se le ocurre una idea para un negocio que podría sacarles del mal momento.
29 de noviembre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Guédiguian vuelve a reunir a su elenco de siempre en su predilecta Marsella para recuperar su implicación con la clase obrera y presentar una nueva película social. Esta vez, a pocos días del estreno de Sorry we missed you, el director se convierte en el “Ken Loach del cine francés” y denuncia también la precariedad laboral; solo que con una visión muy oscura.

El film arranca con un grandioso prólogo en el que se combinan bellísimas imágenes del nacimiento de la pequeña Gloria con el título Sic transit gloria mundi, todo acompañado por ópera. Sin embargo, el tono decae a los pocos minutos y la audiencia se ve envuelta en una agobiante serie de calamidades que no dejan casi ni un respiro. Aunque logran transmitir el mensaje de manera contundente, resultan un tanto forzadas e impiden que la cinta llegue a ser un drama interesante.

Todos los personajes evidencian la injusticia laboral de una manera u otra: desempleo, precariedad, competencia desleal, sindicatos en huelgas radicales… Y debido a los problemas que van castigándolos, no pueden evolucionar, convirtiéndose en caricaturas que solo giran alrededor del dinero. Además, varios diálogos que mantienen entre ellos están cargados de sentimentalismo y simpleza, lo que redondea la inverosimilitud en la que cae el film.

El reparto, no obstante, eleva la categoría del largometraje con sus interpretaciones. Especialmente la generación de los abuelos, que son quienes encarnan todos los valores, como el perdón, el esfuerzo o la nobleza; en contraposición a los vicios y defectos de sus hijos. Entre ellos, cabe mencionar un erotismo que no halla explicación ni en la trama ni en la construcción de los personajes.

En definitiva, Gloria mundi resulta en una propuesta grotesca y amarga que angustia al espectador con la constante mala suerte que va asolando a los protagonistas, impidiendo cualquier reflexión. A pesar de su inicio prometedor, el guion se va ensombreciendo y alargando hasta transferir la denuncia al público de manera tajante y sin posibilidad de réplica.

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Revista Contraste
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