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Luxemburgo Luxemburgo · Nacido en Barcelona
Voto de Yuee12:
6
Animación. Fantástico. Aventuras. Acción En el fantástico mundo de Kumandra, humanos y dragones vivieron juntos hace mucho tiempo en perfecta armonía. Pero cuando unas fuerzas del mal amenazaron el territorio, los dragones se sacrificaron para salvar a la humanidad. Ahora, 500 años después, esas mismas fuerzas malignas han regresado y Raya, una guerrera solitaria, tendrá que encontrar al último y legendario dragón para reconstruir un mundo destruido y volver a unir a su pueblo. [+]
8 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando oigo hablar de Disney, no puedo evitar pensar en varias películas que, para mí, forman parte de la lista de películas de animación que habría que ver a como dé lugar; es decir, cintas que, bajo mi punto de vista (para algunas, el tiempo lo dirá con mayor certitud), son obras maestras absolutas: Fantasía (1940) es un clásico experimental insoslayable e irreprochable de la temprana edad de la compañía; El rey león (1994) sigue siendo una película que me empuja a la reflexión a largo plazo, a la admiración por el medio en que su historia es contada, así como a un inagotable sueño que hace que quiera repetir la experiencia de proyectarla una y otra vez.

Antes de Raya y el último dragón (¿alguien sabe si es posible usar letra cursiva en Filmaffinity?), llegan apuestas como Zootrópolis y Vaiana en 2016; Ralph rompe Internet en 2018; y, finalmente, Frozen II en 2019. Podría mencionar varias películas más, y si bien algunas se me antojan más fascinantes que otras, he de rendirme a una evidencia clara: muchas de ellas, por no decir una gran mayoría, siguen un mismo patrón, una misma fórmula que Disney plantea y replantea reiteradamente.

Dicha fórmula es llamativa y, visiblemente, funciona a las mil maravillas. Al menos, desde un punto de vista práctico y global. De otro modo, las películas actuales de Disney no recaudarían tanto dinero en taquilla. A pesar de que no es una regla absoluta, este hecho dice mucho de cómo son estas películas así de qué clase de espectadores las consumimos. En esta ocasión, cabe destacar este elemento más, si cabe, debido a la, bajo mi juicio, absurda política de Disney+ a la hora de estrenar nuevos filmes con costes adicionales. Por mi parte, he esperado a que estuviese gratis para darle una oportunidad y disfrutar de ella.

Como me ocurre con la mayoría de los metrajes de esta compañía, Raya y el último dragón me ha gustado. Tiene momentos en los que se hace más aburrida que otros. Me quedo, sin lugar a dudas, con la escena de la lucha en la nieve. La ambientación, la construcción y el espectáculo son dignos de la gran pantalla. Dudo que mucha gente sea capaz de no agarrarse al asiento de la sala de cine sin que le brillen los ojos ante semejante portento audiovisual.

Precisamente, destaco especialmente el apartado técnico. Tal y como sucede con Pixar, este apartado es prácticamente irreprochable. La imagen y el sonido son de una calidad increíble, tanto en su totalidad como en sus componentes: la música, las voces, los ruidos; la iluminación, la coloración, el diseño de personajes que, de vez en cuando, es muy realista y, sin embargo, no deja atrás su lado caricaturesco... Como Frozen lo hizo en 2013, Raya y el último dragón nos demuestra cuán lejos puede llegar el medio de la animación en cuanto a espectacularidad se refiere.

De entre todos los elementos de la película, no voy a resaltar o tocar demasiado algunos como puede ser el tono de la misma (bastante infantil por momentos, sin ánimos de juzgar) o la narración. Si me paro a pensar en esta última, se me hace tedioso reflexionar mucho tiempo acerca de Raya y el último dragón. Simplemente, creo que es donde más falla esta cinta. No porque tenga un guion mal escrito, sino porque, al contrario, no lo usa para contar algo nuevo.

Sólo en este párrafo, dejad que le dé un pensamiento fugaz a qué nos quiere contar Raya y el último dragón. A diferencia de ésta, otras películas como Frozen o Vaiana tienen mucho más que contar y aportar, aunque tampoco sea decir mucho. Por ejemplo, al menos, Frozen proponía algo interesante: su villano principal, su tratamiento como personaje y su desarrollo dentro de la historia. Incluso con su estructura, el primer tercio comportándose como un musical clásico (e inolvidable) de Disney mientras que los dos últimos se convierten en una película de aventuras al uso. Varios elementos interesantes en torno a la narración me vienen a la mente cuando pienso en otras obras recientes de Disney, pero con Raya y el último dragón no me pasa.

Sí, tiene sus personajes amables con diseños increíbles; tiene su guion con sus actos, sus momentos de alegría y de pena; tiene su ritmo narrativo y su ritmo de montaje —típico en sí mismo: calmado por lo general, acelerado en momentos de estrés y de movimiento como las escenas de lucha, que a veces son llevadas con muchos cortes en lugar de deleitarse en los movimientos de cada personaje—; tiene su nuevo universo, su música y el encanto típico y asequible de toda película comercial...

Pero, por desgracia, se queda ahí. No busca atravesar fronteras ni romper límites. No busca ser mejor que sus antecesoras. No busca perdurar. Raya y el último dragón es el resultado repetitivo de una misma fórmula que Disney emplea constantemente; una fórmula «mágica» que funciona y genera productos más o menos buenos, pero que, lamentablemente, no hará que nos acordemos de Raya y el último dragón (y compañía) de aquí a veinte años.

A pesar de todo, quiero aclarar que siempre, ocurra lo que ocurra, hay que tener muchos factores en cuenta a la hora de preguntarse siquiera si una película es una obra maestra o no. La subjetividad entra también en juego, pero el que quizá es el factor más importante es el tiempo. La obra maestra excede a sus fans y comunidades. No es el suceso inmediato (y financiero) el que establece qué película es una obra maestra.
Yuee12
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