Al ver esta encantadora película japonesa de animación quizás entendamos por qué somos "agua de mar organizada", "agua de mar animada" "agua de mar enamorada", "agua de mar evolucionada", "agua de mar arcoirisada", "agua de mar fantástica y terapéutica", "agua de mar espiritualizada u ontologizada", "agua de mar singularmente inteligente", "agua de mar proyectada a muchísimo más allá".

Estamos ante un filme tan hermosamente infantil que convencerá con gran calidad y empatía a cualquier adulto que le preste atención poniéndose ante tan excelente obra de arte cuyo contenido envuelve con trascendencia marina hasta flexibilizar incluso al más rígido.

En definitiva, Hayao Miyazaki ha dirigido también esta vez una película para colorearnos el alma, nunca mejor dicho: nuestra alma genéticamente marina.

La mar o el mar, ya sabemos que es un gran tema para hablar, para amar, para contemplar.

El argumento es el de un pececito de mar con cara de niña que un día es sacado del agua por un muchachito y a partir de ahí ambos se sienten mutuamente atraídos. Entonces gracias a la fantasía mágica el animalito logrará convertirse en niña y vivir junto al pequeño humano momentos de gran belleza, sencillez y felicidad.

"Ponyo en el acantilado" es un filme donde se disfruta porque es como palpar, oler, sentir el mar y toda la vitalidad que de la mar emerge. Un verdadero encanto.

Fej Delvahe