Clásico japonés y mundial del cine de honor, de guerreros samurais, de saber obtener la paz no doblegándose a los canallas sino enfrentándolos, dado que sólo así la paz es sabrosa, tiene gloria y merece ser llamada paz. ¿Qué sería este mundo de los inocentes, de los débiles, de los corderos, sin no hubiese hombres con valor, lo suficientemente bravos (de digna bravura), que le hacen cara a los abusadores, que les presentan batalla y se lo ponen difícil para que dejen de abusar?

Los siete samurais representan la horma con que se termina topando todo zapato salido de su razón de ser (más de un "zapatero" debía de aprender de esta película antes de doblegarse a las exigencias o indigna paz de unos violentos que viven de aterrorizar de vez en cuando a todo un pueblo).

Los siete samurais son un paradigma del liderazgo firme que afronta el peligro, que expone la vida por defender a las ovejas de los lobos y que enseña a los débiles a dejar de ser blandengues para fortalecerse y luchar por sus derechos de civilización en paz frente a los incivilizados que tratan de imponerles otro tipo de paz indigna y abusiva. Puede que esta manera tradicional de defenderse, de luchar por los valores y la convivencia, que tanto cuestan establecer y que otros no respetan o atacan con suma facilidad, sea a veces considerada "primitiva" o "vengativa"; pero es muy humana, honorable y entra dentro del natural o sano derecho a la propia defensa.

Fej Delvahe