Enfrente mía, una masa encolerizada, de dientes afilados y antorchas en mano, dispuestos a mandarme al otro barrio a la primera de cambio.
Yo, engullo saliva, mirando fijamente a cada uno de ellos.
Como buen mago, oculto mis trucos, mis pensamientos. No quiero que vean mi miedo, quiero que vean su propio miedo y se asusten.

Tras un rápido reconocimiento, de repente dejo de tenerles miedo.
Son muchos, son salvajes, pero fácilmente manejables.
Sólo necesito apuntar a sus puntos débiles, y después, desde el suelo, se rendirán ante la evidencia.

Puntos débiles:
- Vista cansada (mucha televisión, mucho ordenador)
- Oídos gastados (mucho mp3/mp4 a toda pastilla)
- Hígado prematuramente atrofiado (botellón)
- Pulmones al 30% (varias cajetillas de tabaco al día)
- Masa encefálica adormecida (múltiples causantes)

Ataque:
Suelto varias granadas de humo, que se esparcen poco a poco por el recinto. Seguidas de estas, suelto velozmente efectos especiales estereotipados y ralentis bien marcados. Vista hipnotizada.
Aturdo sus oídos a base de música fácilmente digerible. Subo la intensidad cuando lo requiere. Los oídos ya están bajo mi dominio.
Castigo el hígado. Un puñetazo cargado de situaciones inverosímiles pero atractivas destroza un par de costillas. Sin previo aviso, un derechazo con varias letras en los nudillos les imprime todo el guión en su mandíbula, ahora medio dislocada.
Escupen sangre. Les arrojo un pañuelo bordado con una historia ridículamente romántica para dar tregua a sus cuerpos.
Termino con la mandíbula con una izquierda que gasta en sus nudillos lo que ya será la segunda parte.
Sus pulmones, ya llenos de humo, reciben una vez más el castigo definitivo. Esta vez con un puro que amablemente les regalo, mientras se fuman sentados en el bordillo de la acera.
Ya, una vez abatidos, les doy personajes carismáticos, ritmo frenético y entretenimiento gratuito.

Resultado final:
- Ceguera del 90%
- Oído inutilizable (ya puedes decir que misa que no te escuchan)
- Mandíbula completamente dislocada, que les llega al suelo y de la cual cae abundante baba.
- Dos costillas fracturadas (requiere reposo y nada de ver cine palomitero)
- Hígado propenso al síndrome de Budd-Chiari u obstrucción de la vena hepática (para curar necesitará una dieta equilibrada de cine clásico y unas pastillas de cine de autor después de cada comida)
- Masa encefálica atrofiada. Capacidad de pensamiento propio y apreciación del buen cine neutralizada.



Que no te engatusen los trucos del mago.
Puedes disfrutar del humo, pero sabiendo que no hay magia.