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España España · Barcelona
Voto de reporter:
7
Drama. Intriga Un joven (Ryan Gosling) empieza a trabajar como jefe de prensa de un prometedor candidato (George Clooney) que se presenta a las elecciones primarias del Partido Demócrata. Durante la campaña tendrá la oportunidad de comprobar hasta qué extremos se puede llegar con tal de alcanzar el éxito político. Adaptación cinematográfica de la obra teatral "Farragut North" de Beau Willimon. (FILMAFFINITY)
9 de marzo de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El juego de la democracia es sencillo, hasta un niño podría entenderlo. Existen varios candidatos que deben conquistar el favor de la gente con derecho a votar. Hay una población / comunidad / nación que debe gobernarse, y este privilegio -o responsabilidad- recaerá en la persona cuyas ideas y planes supongan un mayor beneficio común. No importan sus orígenes, ni su aspecto físico, ni los medios de los que disponga en la vida privada. Todo participante empieza con las mismas posibilidades de victoria, y debe confiar solamente en la honestidad, nobleza y bondad de su discurso. Si reúne estos requisitos, el éxito está más que garantizado, pues la verdad y el bien siempre acaban imponiéndose...

... y si alguien se lo cree, es su problema. Quizás en este mundo cruel sigue existiendo un pequeño hueco para todos los ideales mencionados, pero no menos cierto es que este supuesto exige contemplar la existencia intrínseca de otro juego. Más despiadado, más turbio, más malvado, más injusto. En el juego de votos, el que más importa, hay quien lucha con valentía, con nobleza, con bravura... y muere. Hay quien se remite a la frialdad e irrefutabilidad de los números... solo para que se le escupa a la cara. Hay quien gana todas las batallas... y pierde la guerra. Hay incluso quien intenta cambiar (o al menos denunciar) el sistema... y como por arte de magia, la cabeza se le desprende del resto del cuerpo.

Para su nuevo proyecto como director, George Clooney nos habla de estos dos modos de entender la política, encarnados en apariencia por los dos protagonistas de la historia. Uno de ellos, un ambicioso y enérgico asesor, sabe perfectamente qué significa tener que ensuciarse las manos para conseguir llegar victorioso a la línea de meta. El otro, un prometedor candidato del partido demócrata, cuyo estelar ascenso parece llevarle directamente a la Casa Blanca, desde la cual puede llegar a materializar una verdadera y significativa revolución social. Antes de que las aspiraciones de uno y otro dispongan siquiera de la ocasión de hacerse realidad, debe superarse el escollo de unas elecciones primarias con trampa.

Así se nos presenta 'Los idus de marzo', cuarto filme como director en la carrera de una de las figuras más notorias del Hollywood contemporáneo. Una estrella en el firmamento norteamericano que en todos sus trabajos detrás de las cámaras, ha reflexionado desde distintos prismas sobre el bocado más apetitoso al que cualquiera puede aspirar: el poder. Con mayúsculas, aunque no hace falta escribirlo así. Cómo puede conseguirse, cómo nos enfrentamos a él, cómo se usa, cómo afecta al que aspira a él... o al que lo tiene. Las paranoias soviéticas de uno de los padres de la telebasura, la lucha contra la tiranía desde la pequeña pantalla, la concepción de uno de los mayores espectáculos del mundo y ahora la carrera por las presidenciales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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