Además de entretenida, ésta me ha parecido una película muy útil para aniquilar roles estereotipados y desigualdades. Si tanta polémica (irracional) ha levantado es porque de poco sirven los esfuerzos por reivindicar personajes femeninos en las ficciones adultas si antes no se ha dado un paso previo: el de normalizarlos durante la infancia y la adolescencia. En la industria del cine los números hablan: una película con protagonista/s femenina/s tendrá poco éxito entre los hombres, como ha quedado demostrado. Ellos prefieren una protagonizada por personajes mixtos o por chicos solamente. Sin embargo, las chicas sí somos tolerantes con cualquier protagonista. Ante el consumo de ficción, nosotras siempre nos amoldamos más, y por supuesto no nos poseen esas pataletas absurdas motivadas por la rabia más pueril.

Es necesario educar la mirada. Necesitamos protagonistas legitimadas que animen a conseguir metas. Normalizar la presencia femenina en cualquier ámbito de la vida. Cuando era pequeña, yo quería ser Indiana Jones, no la chica que le acompañaba. Nos seguimos sorprendiendo de que personajes como Katniss Everdeen causen furor entre muchas adolescentes, pero cuánto hubiéramos dado por una Katniss Everdeen en su más absoluto esplendor cuando éramos más jóvenes.

Hacen falta más referentes femeninos en los que las niñas se reflejen. Alegra ver creaciones de valientes que pasan a la acción. Princesas que deciden resolver por sí mismas sus problemas, como en "Frozen", heroínas que piensan en algo más que en pescar novio o que incluso se permiten el lujo de tener aspiraciones científicas, y, como aquí, aventureras ingeniosas que son perfectamente capaces de cazar fantasmas sin ir enfundadas en minitrajes de licra. Pero el reto también consiste en que lo femenino no sólo pueda protagonizar una película sino que además los hombres lleguen a identificarse con esos universos, que les interesen por igual, y no los rechacen con esa furia incomprensible.