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España España · Santa Cruz de Tenerife
Voto de Travisloock:
10
Drama América, años 40. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York. Tiene cuatro hijos: Connie (Talia Shire), el impulsivo Sonny (James Caan), el pusilánime Fredo (John Cazale) y Michael (Al Pacino), que no quiere saber nada de los negocios de su padre. Cuando Corleone, en contra de los consejos de 'Il consigliere' Tom Hagen (Robert Duvall), se niega a participar en ... [+]
15 de enero de 2013
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo soy más de la segunda parte. La veo más fina, más evolucionada, una historia contada en imágenes, donde las decisiones dramáticas se toman fuera de cámera, o no, si acaso en la mirada de un Al Pacino que llena pantalla.

Me gusta de esta primera parte el cierre al cine clásico, la despedida emocionante cuando los "toros salvajes y jinetes tranquilos" se estaban haciendo con el cotarro de un Hollywood que se hundía en una decadencia de divaza borracha en " La noche de la iguana" y esa Cleopatra"...Por supuesto con Richard Burton de galancillo de tercera.

Y como Coppolla despide el género como homenaje a "la jungla de asfalto" con Hayden, no es una película de mafia, o es la primera película de mafia...es una película de gangsters, cine negro en su intención que después derivó en lo que sería el cine mafioso que siguió.

Pero sólo quiero hablar de una escena, cuando Vito le pide perdón a Michael, pues él querría que se hubiera quedado al margen, que fuera a la universidad. Es bello contemplar al hombre casi moribundo hablando con su hijo, su resignación ante el destino casi a punto de morir. Me parece una de las escenas más íntimas de la historia del cine, en parte por la magnífica interpretación de Brandon, en parte por la puesta en escena de Coppola. No puede explicar mucho más, creo que en la pantalla, se crea muchísima, eso, intimidad, un momento muy íntimo y profundo. Hay mucha complicidad en ese momento mágico. Al final el padre, da un consejo que salvará la vida a Michael y a la familia. Un conocimiento adquirido en la calle, observado en años de calle y lucha de poder entre ganster, una etiqueta y modus operandi mezcla de idiosincrasia del emigrante italiano, y forma de pensar de los pobres que se convierten en ricos, algo a lo que Michael, el más pequeño, destinado a ser ya americano de pura cepa, siempre ha sido ajeno. Vito advierte a Michael sobre cómo descubrir al soplón. Eso no se convierte sólo en una bisagra narrativa más, sino que la escena vive por su encanto, por un extraño testamento o última acción de un hombre cabeza de familia antes de morir: a partir de ese momento, Coppolla acertadísimamente, lo hace jugar con su nieto entre tomateras, con unos dientes de Drácula hecho de mondas de naranja.

Nota: quiero en un cineasta, esa naturalidad en la narración. Algo que, por ejemplo, un Paul Thomas Anderson, necesitaria mil y un artificios narrativos para contarnos, y además nos alejaría de la emoción de una vida que se escapa en la fugacidad de dos escenas cinematográficas seguidas: un consejo de sabio y un juego inocente final, tan próximas en el metraje como en el tiempo percibido por un anciano en sus últimos días.

Kayros y Kronos y demás pamplinas, sí. Pero, ¿verdad que la elipsis narrativa es una herramienta maravillosa para contar la vida?
Travisloock
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