Me importó un rábano si hubo slashers, fantasmas o zombies reeencarnados. Eliminado mostró su mejor faceta a la hora de mostrar la adicción morbosa por ver todo lo que aparece en las redes sociales. Y viralizarlo, multiplicarlo, darle más caña. No solo eso, también se encargó de mantener los traseros de esos adolescentes pegados a sus asientos. El sentido común diría que se levanten y manden todo al churro, pero la experiencia actual dice que los ordenadores actúan como un fuerte estímulo sugestivo/disociativo. Ver a esos papanatas gritándole a una cámara es, quizás más realista que cualquier sentido común. Cuando una situación tensa te chupa la cabeza esa maquinita que tienes adelante solo aporta más leña al fuego.

Ahora hablemos de efectividad. La peli se queda como un ejercicio dramático (por momentos lo logra) con dosis de terror a cuenta gotas en las que se queda debiendo feo. El único medio de expresión de la trama no ayuda. Es interesante como propuesta, pero el recurso difícilmente tolere una peli entera sin estirarse como un chicle, sin caer en mesetas vacías, en fin, sin diezmar seriamente el producto final.

Una cuestión aparte: el tramo final se hunde en terrenos moraloides. Algunas causas o metidas de pata de los adolescentes son tan intrascendentes que solo un férreo sujeto, cuadrado de principios, podría darle importancia. Vale, que son fallas, pero de ahí a que ameriten tu lápida...