Su propia pareja lo define así: él es un forastero. Entiéndase forastero como aquella persona que no proviene del lugar donde se encuentra, un extraño. Da la circunstancia que Eric Bana no proviene de ninguno de los tiempos que inevitablemente visita, y sin embargo su mayor objetivo radica en establecer una semilla en ellos, como si su paso efímero por aquellos múltiples presentes pudiera ser evitado en alguna forma.

Dado lo manido de su temática, el director intenta (lástima que al final cae en la tentación) de no generar el famoso cambio que altera el futuro. Hasta la primera hora el avance narrativo es meloso, pero cuidado, sensiblero, mas no regodeado en sí mismo. Conforme los hechos se suceden, es evidente que la trama cae en sus propios clichés mil veces vistos, pero de alguna forma logra amedrentar el temporal que parecía avecinarse, quedando sólo en desniveles de interés que no llegan a atentar contra los sostenes de la peli.

Más allá...no es una peli redonda, ni mucho menos, pero se respira la buena intención. Esa que siempre cuenta.