Estamos ante uno de esos productos cutres que poseen solamente la lógica de un guionista fumado y de un director bajo los efectos de ciertos ácidos lisérgicos. Ejemplos hay a montones, lo que no hay usualmente es talento creativo y cohercitivo...

Sexykiller no resulta meritoria tanto por el humor tonto/corrosivo que predica, efectivo a medias, sino por ese gusto a riesgo suicida: ese afán por fusionar temáticas de diversa índole sin buscar ningún atisbo de encadenamiento "esperable". Asesina serial, ciencia ficción y muertos vivientes; historia de amor narrada al principio como flash back para que luego éste sea roto por una linea narrativa lineal. ¿Por qué? ¿Para qué? No importa. Sexykiller hace del caos la regla a seguir, esa es su única regla.

Desde luego, existe cierta chispa detrás de ese aglomeramiento de ideas. ¿Cómo definirla o explicarla? Imposible de hacerlo, pasa por una sensación que te hace entrar de a poco en la faena y cuando quieres darte cuenta ya estás en el mejunje: otra ley del caos...no le sientes el gusto hasta que te invadió por completo.