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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
5
Thriller. Drama Desde que su mujer sufrió quemaduras en todo el cuerpo a raíz de un accidente de coche, el doctor Robert Ledgard, eminente cirujano plástico, ha dedicado años de estudio y experimentación a la elaboración de una nueva piel con la que hubiera podido salvarla; se trata de una piel sensible a las caricias, pero que funciona como una auténtica coraza contra toda clase de agresiones, tanto externas como internas. Para poner en práctica este ... [+]
20 de julio de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La piel que habito. Como un extranjero en tierras impropias. Llegado a ellas por voluntad ajena y obligado a quedarse hasta terminar sintiendo que todo forma parte de una misma piel. Una sola unidad. Un solo ser.

Almodóvar nos ofrece uno de los guiones más despiadados y crueles en materia de venganza/redención en lo que respecta a su filmografía. No es difícil encontrar parentescos con otros directores, pero otros usuarios ya lo han hecho y con lujo de detalles. Lo que sorprende es esa saña semi delirante, ultra retorcida del protagonista (un Banderas al límite, entre lo interesante y lo insípido) a la hora de pasar factura y, de paso, recuperar lo perdido. Ese tono malsano no es tan propio del director; y hasta podríamos valorarlo por presentar tonos e ideas nuevas...pero, ay...

Lo nuevo y bienvenido de Almodóvar se conjuga con lo peor de sus últimas obras: Su sello característico por lo rocambolesco genera una ensalada, tanto en tonos como en estructura. El sujeto disfrazado de tigre y su pequeña historia grotesca están ahí solo para provocar una mezcla de estupefacción y risa. Pero termina ese apósito guional y nada lo justifica con todo lo que viene después. Justamente la forma describe que los flash backs utilizados sirven para justificar lagunas: el tema es que justifica algunas y otras solo hacen relleno. La mujer que vive con el prota bien gracias y la obra oscila entre la risa nerviosa y el drama psicológico severo. Y nunca terminan de combinarse del todo. Es más: el tono cómico absurdo culmina allí donde da paso la historia real, nada pero que nada graciosa.

Entonces, casi como diagnóstico médico: la obra resulta desprolija, desproporcionada. Exige a gritos eso que nunca tuvo: síntesis temática y coherencia en sus tonos.
Juan Rúas
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