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México México · Guadalajara, Jalisco
Voto de Sergio Espinoza:
7
Fantástico. Aventuras. Acción "El Hobbit: La Desolación de Smaug" continua la aventura de Bilbo Bolsón en su viaje con el mago Gandalf y trece enanos liderados por Thorin Escudo de Roble en una búsqueda épica para reclamar el reino enano de Erebor. En su camino toparán con multitud de peligros y harán frente al temible dragón Smaug. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ratos sólida como las faldas de la gran montaña solitaria en cuyas profundidades duerme el poderoso dragón Smaug, a ratos líquida y diluyente como las aguas del lago Largo sobre el que se erige Esgaroth; El Hobbit: La desolación de Smaug es un bamboleante ejercicio de ficción cargado de adrenalina y de testosterona, con un ritmo narrativo mucho más fluido y un tono más serio que su antecesora, lo cual ya es mucho decir.

Debemos lo anterior, en gran medida, a la habilidad de sus encargados, capitaneados por Peter Jackson, de dotar al filme de nervio y plausibilidad, de continuidad y carácter, características de las que adolecía claramente la anterior entrega y primera de la saga. Ya desde el concreto y rapidísimo prólogo se advierte el reconocimiento de su director de que la farragosidad de la introducción de la primera cinta era a todas luces un error. Para quienes hayan leído la novela y comprendan las diferencias entre el lenguaje literario y el cinematográfico, resultará un alivio que Jackson pase casi de sobrevuelo sobre los capítulos que tienen que ver con el "cambia-pieles" Beorn y la lucha contra arácnidos enemigos en el Bosque Negro, y sobretodo, adorarán el acierto de incorporar una suerte de prolegómeno que desvela la resurrección del gran enemigo que hizo de la trilogía de El Señor de los Anillos una épica solemne.

Resultó también acertado incorporar a los elfos Legolas y Tauriel a una trama que prescinde de ellos en su versión original; ya que es en su presencia donde las secuencias de acción alcanzan grados de éxtasis puro y nos recuerdan visuamente al mejor Jackson. Adicionalmente, en las postrimerías del filme, con la aparición de un fabuloso Smaug dotado de singular estilo y altanería por la voz y el "snap-motion" de Benedict Cumberbatch, la película alcanza grados de tensión comparables a la trilogía original, sin llegar a los clímax tan socorridos por aquella.

No obstante, es preciso anotar que la cinta cae en baches narrativos en distintos momentos de su metraje, y resulta un tanto desconcertante que la compañía de enanos pierda la estelaridad de la acción en una cinta cuyo pretexto argumental es su propósito final: la recuperación del hogar. Me parece también que el cursi triángulo romántico entre Tauriel, Legolas y el enano Fili está metido con calzador, y ni de lejos alcanza la poesía visual que por momentos tenía el trío Aragorn, Arwen y Eowyn de The Lord of the Rings, también sin existir en el texto original, pero en cambio, con mucha mayor sapiencia en su manejo por parte de Jackson.

Hasta aquí lo narrativo. Visualmente, el filme también mejora con respecto a su antecesor. El rollo de 48 cuadros por segundo se encuentra más pulido en esta ocasión, lo que ayuda en demasía a la verosimilitud y a la calidad fotográfica, y la partitura de Howard Shore se aleja del cancionero estilo "Disney" para volverse más sombría, aunque, nuevamente, sin llegar a la calidad de sus composiciones para The Lord of the Rings.

Resumiendo, estamos ante una lección de cine comercial de aventura de gran calado, que deja, y con mucho, mal parada a la cinta primigenia, y que se acerca por instantes a la tensión y a la épica de las películas con las que Jackson deslumbró al planeta a inicios del siglo que comienza; y lo mejor es que parece ser que la tercera entrega tiene todo para cerrar con broche de oro.
Sergio Espinoza
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