Haz click aquí para copiar la URL
México México · Guadalajara, Jalisco
Voto de Sergio Espinoza:
6
Drama En 1865, mientras la Guerra Civil Americana se acerca a su fin, el presidente Abraham Lincoln propone una enmienda que prohíba la esclavitud en los Estados Unidos. Sin embargo esto plantea un gran dilema: si la paz llega antes de que se apruebe la enmienda, el Sur tendrá poder para rechazarla y mantener la esclavitud; si la paz llega después, decenas de miles de personas seguirán muriendo en el frente. En una carrera contrarreloj para ... [+]
9 de febrero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera impresión que me causó Lincoln, esa megaproducción hollywoodense de época firmada por Steven Spielberg, es la de una película que pudo haber sido mucho, mucho más, pero se quedó en las trastiendas de la corrección formal y lo políticamente correcto. De entrada, hay que tener cuidado al abordarla. De Spielberg uno debe esperar siempre grandes dosis de grandilocuencia y elegancia técnica, y ahí donde prevalecen estos elementos faltan la autenticidad y la profundidad (aunque eso se le pueda achacar al guionista, el Rey Midas de Hollywood casi nunca ha escrito las historias que dirige; ésta no es la excepción). Así pues, si tenemos una historia que involucra a una de las figuras centrales de la historia política estadounidense, un presupuesto abultado, un elenco con grandes nombres y al señor Steven en la silla, sólo podemos esperar ovaciones del mainstream y una cascada de nominaciones y premios. Pero vayamos al análisis.

Cuando se anunció este proyecto, todo mundo creyó que se trataría de un biopic. Ilusos. Bastaba saber que estaría basado en el libro de Doris Kearns para desechar tal fantasía. Queda por saber qué habría sido del film si de un biopic se hubiese tratado, pero por lo pronto remitamonos a los hechos: es una película de intrigas y negociaciones políticas, concretamente aquellas que llevaron a la firma y aprobaciónd de la decimotercera enmienda, que abolió la esclavitud. ¿Un thriller? Es que ahí es, precisamente, donde se encuentra el mayor pecado de Lincoln: nunca llega a la categoría de thriller. Se atora en el melodrama, en el ensalzamiento inocuo de la figura de un líder moral que conduce a su pueblo en una época de incertidumbre, que si bien no es cuestión menor, en manos de un director megalómano y tendiente a la sensiblería, como es el caso, corre el riesgo de desviarse por completo de la óptica aguda y diligente. La cinta transcurre entre encerronas, discusiones interminables, reuniones por aquí, reuniones por allá, poderosa oratoria y un griterío impresionante en el Capitolio, y una pasarela interminable de personajes secundarios que, con la excepción de la madre del presidente (correcta Sally Field), el congresista Thaddeus Stevens (sublime Tommy Lee Jones) y el secretario particular de Lincoln (David Strathairn), aportan poco, demasiado poco a la trama, y más bien la estorban.

Daniel Day Lewis compone con soltura y entusiasmo a un Lincoln bastante apesadumbrado. De hecho, el tono de la trama y hasta la paleta de colores de JanuszKaminski circulan por el derrotero de la pesadumbre a lo largo de toda la película, y esto acentúa el ánimo que siente su director por el efectismo. En cualquier teoría sólida del quehacer cinematográfico, sabemos que manipular la emoción del espectador es un propósito fácil cuando se usan los recursos técnicos a la mano con tal fin, y Spielberg no oculta su ansia por usarlos. Pongamos como ejemplo la fotografía. Muchos directores instruyen a sus cinefotógrafos a usar cierta selección de colores como marca estética de su producto, otros cambian la paleta dependiendo del derrotero que van tomando las historias, ya sea para acentuar el estado de ánimo de los personajes o para hacer énfasis en alguna situación que es medular para el director en turno. El problema surge cuando deliberadamente se impone un patrón que a todas luces pretende inducir dichos estados de ánimo en el espectador para lograr un efecto en su percepción. Hay una línea muy delgada entre el propósito artístico y la engañifa, Spielberg la cruza en repetidas ocasiones.

En resumen, estamos ante un producto comercial que funge como hagiografía del mito de Lincoln, no añade conocimiento nuevo o una perspectiva diferente de su obra y su personalidad y abunda incisivamente en la pretensión de los dueños de la industria de perpetuar ciertas estructuras sociales (aunque no abundaré en ello, éste es un tema que merecería una tesis completa de un estudiante de sociología). Una cinta grandilocuente con destellos de Daniel Day Lewis y Tommy Lee Jones, soberbios; un ritmo bastante entorpecido y monótono, que parece más pensada para educar que para entretener o proponer, y cuya única secuencia realmente valiosa está en los minutos finales, donde, eso sí, Spielberg narra con maestría el final de la vida del presidente en el teatro Ford. No más.
Sergio Espinoza
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow