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Voto de Fernando Puertas:
8
Drama. Musical Joe Gideon (Roy Scheider) es un implacable coreógrafo en este musical poco convencional que retrata la dureza, el esplendor y la decadencia de las gentes del mundo del espectáculo, a quienes el triunfo les niega a veces la posibilidad de otros afectos. Un drama que retrata la otra cara del show, lo que ocurre entre bastidores. (FILMAFFINITY)
7 de abril de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los nombres más importantes de la Historia del musical es el de Bob Fosse, quien tras las exitosas Cabaret y Lenny volvió a regalarle al mundo otra pequeña joya llamada All That Jazz. Escrita junto a Robert Alan Arthur, el tema que nos presenta Fosse gira en torno a la muerte y a las relaciones que se establecen entre ésta y el mundo del espectáculo, algo que más tarde también será explorado por Aronofsky en películas como Réquiem por un sueño o Cisne negro. Hablando de Réquiem por un sueño, la relación con esta última película en concreto se traslada también al particular montaje de All That Jazz, pastillas de por medio incluidas, que demuestra que la película de Fosse constituye, sin duda, una fuente de inspiración de Aronofsky, y seguramente de muchísimos otros directores, que eligen la decadencia en el escenario como metáfora del fracaso obtenido en la vida real.

Fosse nos habla acerca de aprovechar lo que uno tiene, en una inicialmente aburrida película que va ganando interés con el tiempo hasta culminar en todo un derroche de energía y espectáculo, reafirmándose como una obra a tener en cuenta. En el papel protagonista tenemos a Roy Scheider, a quien ya habíamos visto en películas como Tiburón, y que en su papel de Joe Gideon, ese coreógrafo enamorado de su trabajo y sin apenas tiempo que dedicar a aquellos que le quieren y le aprecian, se transforma a la perfección en el alter ego del propio Bob Fosse, pues es sabido que All That Jazz posee un alto porcentaje de autobiografía.

Los números musicales, que al fin y al cabo es lo que cuenta en películas de este tipo, pueden llegar a hacerse pesados por lo que respecta a su duración, pero en absoluto molesta. De hecho, pareciera como si al bueno de Fosse ni siquiera le hubiese importado lo más mínimo la estructura de su historia a la hora de mantener el ritmo, porque lo importante era centrarse en la decadencia del personaje que al fin y al cabo es él mismo. Las secuencias oníricas y surrealistas también se agradecen en ese sentido.
Fernando Puertas
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