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Voto de Gabriel Ufa:
8
6,8
1.093
Cine negro. Drama
El mafioso Johnny Vanning dirige un ostentoso club nocturno de Nueva York en el que explota a sus chicas y las tiene atemorizadas. Mary incita a un juerguista a gastar más dinero del que tiene y, cuando no puede pagar, le matan. El fiscal del distrito, David Graham, convencido de que el caso está ganado, lleva a Vanning a juicio... Michael Curtiz rodó algunas escenas de la película mientras el director Lloyd Bacon estaba en su luna de miel. (FILMAFFINITY) [+]
15 de julio de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada, decir que si estás leyendo estas líneas, es porque habrás visto “La mujer marcada” pero si no es así, intenta verla. Es una pequeña joya.
Producción con el típico estilo Warner. Una deslumbrante interpretación de Bette Davis, derrochando ímpetu, garra y convicción.
Un Humprey Bogart en estado de gracia, haciendo de fiscal que persigue el delito, en un papel atípico. Los dos jovencísimos, aún les quedaba un largo recorrido en sus carreras. ¡Qué recital interpretativo de ambos! Me ha sorprendido la energía de Bette Davis –y ya he visto unas cuantas películas de ella-.
El film retrata los asuntos sucios de un pez gordo del hampa que se hace dueño de todos los clubs nocturnos de la ciudad. Comienza con su llegada a un garito, imponiendo su autoridad, dejando claro quien manda, inspecciona una a una a las chicas (incluso hay un primer plano suyo mirando a la cámara); les exige trabajo y beneficios y a cambio les concede una pequeña parte del pastel y protección.
Asistimos paso a paso, con una claridad meridianamente pasmosa a la forja de un templo de la perversión – todo un manual de cómo se dirige un night-club para sacar dinero al pedigüeño de turno-. Champán, música en directo, juego y mujeres se alían en pos del beneficio. Eduardo Cianelli borda el personaje de Vanning, el mafioso sin escrúpulos.
Bogart lo tiene entre ceja y ceja pero no puede actuar contra él pues está legalmente limpio y utiliza todas las artimañas a su alcance.
Las secuencias de Bette y Bogart son para guardarlas. Aunque no es una película de abundantes diálogos sino de acción, de hechos consumados, bastante oscura y políticamente muy incorrecta, destacan algunos “recaditos” de Bette.
-¡Si no tuviera tanta prisa me pondría a llorar! - le vacila a Boogie en una de esas frases capaz de dejar helado a cualquiera. Tampoco duda en amenazar a Vanning: “Le aplastaré aunque para ello tenga que arrastrarme desde la tumba”
Bette Davis ganó la Copa Volpi en el Festival de Venecia en 1937 a la mejor actriz por su trabajo en “Kid Galahad” y “La mujer marcada”
Producción con el típico estilo Warner. Una deslumbrante interpretación de Bette Davis, derrochando ímpetu, garra y convicción.
Un Humprey Bogart en estado de gracia, haciendo de fiscal que persigue el delito, en un papel atípico. Los dos jovencísimos, aún les quedaba un largo recorrido en sus carreras. ¡Qué recital interpretativo de ambos! Me ha sorprendido la energía de Bette Davis –y ya he visto unas cuantas películas de ella-.
El film retrata los asuntos sucios de un pez gordo del hampa que se hace dueño de todos los clubs nocturnos de la ciudad. Comienza con su llegada a un garito, imponiendo su autoridad, dejando claro quien manda, inspecciona una a una a las chicas (incluso hay un primer plano suyo mirando a la cámara); les exige trabajo y beneficios y a cambio les concede una pequeña parte del pastel y protección.
Asistimos paso a paso, con una claridad meridianamente pasmosa a la forja de un templo de la perversión – todo un manual de cómo se dirige un night-club para sacar dinero al pedigüeño de turno-. Champán, música en directo, juego y mujeres se alían en pos del beneficio. Eduardo Cianelli borda el personaje de Vanning, el mafioso sin escrúpulos.
Bogart lo tiene entre ceja y ceja pero no puede actuar contra él pues está legalmente limpio y utiliza todas las artimañas a su alcance.
Las secuencias de Bette y Bogart son para guardarlas. Aunque no es una película de abundantes diálogos sino de acción, de hechos consumados, bastante oscura y políticamente muy incorrecta, destacan algunos “recaditos” de Bette.
-¡Si no tuviera tanta prisa me pondría a llorar! - le vacila a Boogie en una de esas frases capaz de dejar helado a cualquiera. Tampoco duda en amenazar a Vanning: “Le aplastaré aunque para ello tenga que arrastrarme desde la tumba”
Bette Davis ganó la Copa Volpi en el Festival de Venecia en 1937 a la mejor actriz por su trabajo en “Kid Galahad” y “La mujer marcada”
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El gangster Vanning se basa en la vida de Lucky Luciano y su célebre red de prostitución, aunque en la película esto se atenúa, siendo las chicas descorchadotas en una sala de fiestas.
Mucho antes que “Gomorra”, la Warner llegó a contratar a uno de los esbirros de Luciano, Herman “Hymie” Marks para un pequeño papel de gangster.
Después de lanzar su amenaza a Vanning, sus hombres le dan a Bette una paliza brutal. Pero ella no estaba contenta con los maquilladores del film, “creo que nunca había estado más atractiva”. Así que en una pausa del rodaje para el almuerzo fue a ver a su médico y le dijo que la vendara como si le hubieran dado una paliza de muerte. De esta manera consiguió lucir un aspecto mucho más desagradable, a la vez que mantuvo en escena el lado izquierdo de la boca inmóvil para conseguir mayor verosimilitud. Su aspecto causó impacto.
Así era Bette Davis, una actriz que había ganado un Oscar en 1935 y que en teoría debía ser todo glamour, como las estrellas de su época. Ella era diferente.
Mucho antes que “Gomorra”, la Warner llegó a contratar a uno de los esbirros de Luciano, Herman “Hymie” Marks para un pequeño papel de gangster.
Después de lanzar su amenaza a Vanning, sus hombres le dan a Bette una paliza brutal. Pero ella no estaba contenta con los maquilladores del film, “creo que nunca había estado más atractiva”. Así que en una pausa del rodaje para el almuerzo fue a ver a su médico y le dijo que la vendara como si le hubieran dado una paliza de muerte. De esta manera consiguió lucir un aspecto mucho más desagradable, a la vez que mantuvo en escena el lado izquierdo de la boca inmóvil para conseguir mayor verosimilitud. Su aspecto causó impacto.
Así era Bette Davis, una actriz que había ganado un Oscar en 1935 y que en teoría debía ser todo glamour, como las estrellas de su época. Ella era diferente.