Una americanada más con intento de exaltar sentimientos que se quedan a medio gas que es torpe que no dice nada y que solo sirve para mostrar a los actores guaperas de Hollywood bailar ante la cámara. Coreografías cuidadas, culto al matrimonio y la fidelidad, los personajes son planos, maniqueos, consiguen sus sueños con una facilidad pasmosa en la América que todo lo puede, aunque sea a costa de un guión que tiene que aguantar las embestidas de la moralidad que le impone una industria que ha olvidado por completo que significa el arte, y más aún el compromiso. Así todo se convierte en un resultón desfile de bailarines con algún que otro gags cómicos y muchas escenas que te hacen decir ¡venga ya! Porque no puedes meterte en los sentimientos tan maquillados que trata de reflejar esa película, que resulta imposible casi desde que da comienzo el metraje con una sensiblería atestada de melosa simpatía muy alejada de la realidad, porque los acontecimientos, aún haciendo un esfuerzo por creerte el guión, no se desarrollarían de esa manera, uno termina por apartar la vista ante tanta insensatez hecha película. Tiene sus momentos entretenidos en el concurso de baile, en algunas de las clases, los personajes de detectives están conseguidos, pero es de los pocos, porque realmente todos están cargados de tópicos. El gordo bonachón, el guaperas reprimido, la guapa que sufrió un duro golpe y se esconde, el yuppie aburrido que tiene una doble vida… son todos personajes para echarlos a la papelera e inventarlos de nuevo. El cine podría haber pasado sin esto.

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