Impecable el uso de la cámara y el decorado, donde la sombra es multiplicada por mil, enfatizando el tono subjetivo y romántico (quero) de cada plano y situación. Detalles exquisitos como la timidez de la protagonista, su presencia aislada tras la ventana de la puerta que le abre por primera vez al mujeriego pianista, por ejemplo. El ritmo no es cansino y se disfruta con facilidad. En qué cojea entonces esta película? a mi juicio en la trama, la que me ha parecido no sólo cursi, sino inverosímil. Y no es que esté en contra de los romances a la antigua o platónicos, todo lo contrario, pero es intragable (en este siglo o en cualquiera) el que este don Juan haya pasado, no sólo una noche con la protagonista, sino tardes enteras -y lúcidas-, para que después se trate de hacer creer que el tipo no recuerda nada de lo ocurrido, ni siquiera la cara de su obsesiva amada. Por lo demás, no creo que a un tipo así le haya importado un coño una carta de esa naturaleza, al menos no para romper en lágrimas de arrepentimiento y castigo divino. Inverosímil película romantiquera, con ese sabor empalagoso del Werther de Goethe, rodada sin embargo con enorme maestría técnica.