El cine sudamericano, y en particular el cine argentino, tiene una gran destreza y acierto en tocar temas que en general no son realizados por las cinematografías de otros países. Pero su mejor baza es hacerlo con un lenguaje distinto al que está acostumbrado el cine europeo o el norteamericano. Quizás el cine español es el que más se le parece, pero los directores españoles están demasiado obsesionados con la Guerra Civil del 36, en los temas de la dictadura o en todo lo referente al sexo, pero el sexo morboso. Los individuos con esos tres cromosomas sufren una serie de alteraciones orgánicas que en muchos casos harán que la sociedad los margine y hasta llegue a tomarles por monstruos, cuando no serán objeto de burla. Presentar lo que sufre y siente una persona con dicho síndrome es algo muy delicado porque siempre se puede estar rayando lo morboso. Lucía Puenzo ha realizado una película muy equilibrada a pesar de todas las tensiones que nos muestran las circunstancias en las que se desarrolla Alex, la protagonista. Se necesitan actores de mucho calado y mucha sensibilidad para llegar al espectador con este problema y si Ricardo Darín, con un par de escenas es capaz de llenar la pantalla y hacer de la historia una película con mucho interés, no es menos cierto que la protagonista, Inés Efron, nos da un magnífico recital de interpretación a pesar de su edad. Y si me apuran, es necesaria y bien elegida la presencia y la interpretación de Martín Piroyansky en el papel del joven Alvaro.