Extraños decorados, que recuerdan inevitablemente a las pinturas de Bacon, crean un ambiente amenazante, extraño, opresivo, oscuro y tenebroso, en una maravillosa obra de teatro llevada con absoluta maestría a la gran pantalla, donde todos los personajes se convierten en víctimas de sus propias circunstancias. Un cuento de terror que funciona tanto por su aspecto visual como por su oscura naturaleza y que sin duda ha dado paso a posteriores tendencias icónicas como los míticos monstruos de la Hammer o la influencia contemporánea contemplada en autores como Tim Burton, Terry Gilliam o David Lynch. Los tonos verdes, marrones y azules con los que fue coloreado el film remarcan, sin duda, la delicada frontera entre la locura y la cordura. Una obra de arte del expresionismo alemán que nos invita a la reflexión sobre la fragilidad de la mente humana.