Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Gizzu21:
8
Intriga. Drama Georges es el típico burgués: presenta un programa literario en televisión y lleva una vida acomodada con su mujer y su hijo adolescente. Pero, de repente, empieza a recibir unos paquetes anónimos que contienen cintas de vídeo, grabadas desde la calle, y unos dibujos inquietantes cuyo significado es un misterio. No sabe quién se los envía; pero las secuencias que aparecen en las cintas son cada vez más personales, lo que parece indicar ... [+]
1 de septiembre de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Vemos la fachada de una buena casa, en un buen vecindario. La casa de una familia burguesa, Georges (Daniel Auteuil) es presentador de un programa de literatura, su mujer (Juliette Binoche) editora, y Pierrot es su hijo adolescente. Su vida es aparentemente perfecta: paredes a rebosar de libros bien visibles (como todo buen intelectual), cenas con amigos y todas las comodidades posibles a su alcance. Pero un día como cualquier otro reciben una cinta del exterior de su vivienda, enviada de manera anónima. Su tranquilidad ha sido agitada.

Inicialmente actúan como si nada y continúan con sus vidas de ensueño. Pero siguen recibiendo cintas anónimas envueltas con perturbadores dibujos, llamadas y postales. Aquí pasa algo, lo saben. Sin embargo, reaccionan de maneras distintas. Ella está preocupada, él parece saber algo más.

Entonces aparece un tercer personaje, Majid. Se trata de un hombre que vivió junto al protagonista durante su infancia, tras la muerte de sus padres (ambos algerianos, murieron asesinados por la policía en una manifestación de inmigrantes en París). Rápidamente intuimos que algo turbio pasó entre los dos, por aquel entonces, muchachos, pues parece que Majid le guarda un profundo rencor a Georges, y este va con pies de plomo al hablar sobre él. Hay algo que no quiere contar, quizás porque en lo más profundo de su mente se avergüenza, aunque exteriormente se comporta como alguien superior.

Como espectadores, queremos descubrir quién es el autor de las cintas y de los desagradables mensajes. Pero Haneke nos deja claro que esto no es lo que a él le interesa. Esta apariencia de thriller le sirve al director para analizar –una vez más– la conducta humana, esta vez en torno al sentimiento de culpa. Un sentimiento que atormenta al protagonista. Esas cintas anónimas son el recordatorio de una culpa que el protagonista había enterrado en las profundidades de su memoria, con la esperanza de que jamás viera la luz. Pero Haneke no se limita a esto, sino que también nos habla de una culpa colectiva, en este caso de las sociedades occidentales. Y esta tiene que ver con la xenofobia, de la que todos nosotros participamos por activa (Georges) o por pasiva (Binoche).

El personaje de Auteuil discute con un hombre negro en medio de la calle, mientras Binoche trata de poner paz. En otra escena, vemos el televisor de fondo mostrando imágenes crudísimas sobre el conflicto palestino, hablando de guerras que nos quedan extremadamente lejos como “sociedad”. Pero para ellos –como para todos nosotros– esto no es más que un ruido de fondo o una imagen que ven de pasada, que quizás les disturbia durante unos segundos, pero que la mayoría de veces pasa completamente inadvertida. Aunque, precisamente como “sociedad”, somos responsables de muchos de estos conflictos.

Y la culpa también está ligada con la preocupación por mantener las apariencias (pues hablamos del mundo burgués). ¿Qué pasaría si sus secretos salieran a la luz?. En una conversación con Majid, este le dice que tiene demasiado a perder. Y es cierto. En el mundo del protagonista las apariencias lo son todo y solo es cierto aquello que sale a la luz. Lo que no se sabe públicamente, no ha pasado.

Sin duda se trata de una película de una complejidad brutal, que habla de muchos más temas de los que captamos en un inicio. Un Haneke tan crudo como siempre, pero menos explícito que en otras ocasiones (aunque hay algunas escenas que remueven el estómago), consigue crear intriga y perturbar a través de una atmósfera aparentemente calmada y sin embargo cargada de tensión. Caché es una de esas películas que requieren un tiempo de digestión y un correcto y exhaustivo análisis. Cada elemento en ella está pensado milimétricamente y tiene un simbolismo más allá de lo que pensamos en primer lugar.
Gizzu21
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow