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Voto de John Giraldo:
8
2011
7,7
1.083
Documental
Al nacer su cuarto hijo, Emad, un agricultor palestino compra su primera cámara de vídeo. Poco a poco y en paralelo al crecimiento de su hijo empieza a grabar los actos de resistencia pacífica de los habitantes de su pueblo, Bil'in, frente al avance de los colonos israelíes y la construcción de un muro de separación entre las urbanizaciones. Durante más de cinco años, Emad graba este conflicto en el que dos de sus mejores amigos lideran ... [+]
10 de abril de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las heridas olvidadas nunca sanan. Así que filmo para sanarlas. Sé que pueden tocar en mi puerta en cualquier momento. Pero seguiré filmando. Me ayuda a enfrentar mi propia vida y a sobrevivir” Emad
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente universitario y periodista
[email protected]
La idea clásica de un documental ha variado. Los formatos se adaptan más al hecho de contar una historia que al de narrar una realidad y documentarla. Se valen de las historias para dar cuenta de la realidad. Con las historias (todas reales) se emprende la maratónica labor de relatar, de ofrecer un marco contextual y visibilizar situaciones acontecidas, mediatizar poblaciones, temáticas y en fin, todo aquello que el documental permite. Cuando nominaron a los Oscar, a una serie de documentales, uno llamó mi atención: 5 cámaras rotas, sin esa mención, seguro desconoceríamos el rumbo y las genialidades de estas historias: las de 5 cámaras destruidas por el ejército-colono israelí. De lo ocurrido al casi desparecido pueblo Palestino, conocemos los irrisorios fragmentos de noticias que nada nos dejan comprender lo que allí ocurre. Pero cuando un nativo, uno desde adentro nos deja husmear desde sus ojos los hechos, de inmediato sabemos qué es el terrorismo y cuáles las formas para llevarlo a cabo.
Las cámaras puestas en manos de palestinos se han convertido en un arma poderosa: la de sanar. La de abrir las fronteras de sus sucesos y globalizarse, de impedir la crueldad y la decisiva campaña de desterritorialización del estado israelí hacia sus semejantes vecinos. Las cámaras se volvieron ojos ciudadanos, registrando los macabros hechos de tortura, opresión, maltrato, burla, en fin, ese saqueo tan sanguinario como indignante ejercido por el sionismo. Muchas entidades y organizaciones han tomado la decisión de entregar cámaras y el resultado es que en redes sociales, y en internet hay puestos muchos de esos vejámenes de los israelitas sionistas hacia los palestinos.
sigo en spoiler
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente universitario y periodista
[email protected]
La idea clásica de un documental ha variado. Los formatos se adaptan más al hecho de contar una historia que al de narrar una realidad y documentarla. Se valen de las historias para dar cuenta de la realidad. Con las historias (todas reales) se emprende la maratónica labor de relatar, de ofrecer un marco contextual y visibilizar situaciones acontecidas, mediatizar poblaciones, temáticas y en fin, todo aquello que el documental permite. Cuando nominaron a los Oscar, a una serie de documentales, uno llamó mi atención: 5 cámaras rotas, sin esa mención, seguro desconoceríamos el rumbo y las genialidades de estas historias: las de 5 cámaras destruidas por el ejército-colono israelí. De lo ocurrido al casi desparecido pueblo Palestino, conocemos los irrisorios fragmentos de noticias que nada nos dejan comprender lo que allí ocurre. Pero cuando un nativo, uno desde adentro nos deja husmear desde sus ojos los hechos, de inmediato sabemos qué es el terrorismo y cuáles las formas para llevarlo a cabo.
Las cámaras puestas en manos de palestinos se han convertido en un arma poderosa: la de sanar. La de abrir las fronteras de sus sucesos y globalizarse, de impedir la crueldad y la decisiva campaña de desterritorialización del estado israelí hacia sus semejantes vecinos. Las cámaras se volvieron ojos ciudadanos, registrando los macabros hechos de tortura, opresión, maltrato, burla, en fin, ese saqueo tan sanguinario como indignante ejercido por el sionismo. Muchas entidades y organizaciones han tomado la decisión de entregar cámaras y el resultado es que en redes sociales, y en internet hay puestos muchos de esos vejámenes de los israelitas sionistas hacia los palestinos.
sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
5 cámaras rotas, es un documental con la poderosa convicción de filmar para sanar. En un territorio donde pareciera que la violencia se encuentra enquistada en sus pobladores, y los actos de bondad son como escurridizos, ya que la venganza se apodera de los habitantes, asumir el filmar es al tiempo valeroso al poner en juego la vida, y simbólico por sus múltiples connotaciones. Emad, un joven agricultor compró su cámara y se encuadra en la idea que lo que pasa con su pueblo debe filmarlo, no para generar odio, tampoco con la idea de hacer un panfleto para denunciar, tampoco parece tener objetivos o intenciones muy definidas, salvo las de grabar los sucesos, con la firme convicción de dejar para la posteridad su historia; aunque su forma de vida es cruel y la de los palestinos, puede algún día sanar. Le entrega a su hijo Gibreel una antorcha para que no se apague: la de sus recuerdos.
Explorar su vida –la de Emad- como algo autobiográfico, paso a paso irnos contando su vocación de documentalista y dejarnos entrar en su vida íntima (al reconocer sus hijos, su esposa) y además luego adentrarnos en el territorio: Bil'in, ubicado en Cisjordania, es la línea entrecruzada y usada por Emad para narrar. Lo que vemos entonces es una mezcla de esperanza y dolor, de miedos y sueños. Emad nos combina su vida familiar, la personal con la de Bil'in, donde llegan con sevicia las retroexcavadoras israelíes a expropiar lo que les pertenece a los palestinos, mientras van quedando confinados en su propia tierra; sin embargo allí no toman las armas, el pueblo resiste de modo pacífico y Emad filma sin cesar: 5 años, 5 cámaras son rotas; lo que se mantiene es la capacidad de no doblegarse, y la necesidad de proteger los recuerdos, lo que les pertenece. Obtenemos un documento vivo, dinámico, con una forma de contar tan impresionante que no queda más de otra que indignarse. Eso sí, es sutil pese a lo perverso y duro de la realidad vivida.
Las tragedias no paran, tampoco el espíritu de los palestinos y menos el de Emad. La lucha les otorga fuerzas, la cámara perpetúa la historia, nos deja ver sus costumbres y es un ojo y testimonio muy evidente de ubicar a los terroristas. Al ver este emotivo y necesario documental, me permite reconocer una función de los medios: la de sanar. Pese a la sangre corriendo, a los caídos, a la tortura, al dolor, el documental es una apuesta por la vida, por la necesidad del re-encuentro y los sueños. Las 5 cámaras fueron quebrantadas, no filmaron todo lo que debieron, pero nos dejaron un legado, el de los recuerdos protegidos para volverlos memoria. La estrategia funciona, el documental es ahora una forma de contar historias.
Explorar su vida –la de Emad- como algo autobiográfico, paso a paso irnos contando su vocación de documentalista y dejarnos entrar en su vida íntima (al reconocer sus hijos, su esposa) y además luego adentrarnos en el territorio: Bil'in, ubicado en Cisjordania, es la línea entrecruzada y usada por Emad para narrar. Lo que vemos entonces es una mezcla de esperanza y dolor, de miedos y sueños. Emad nos combina su vida familiar, la personal con la de Bil'in, donde llegan con sevicia las retroexcavadoras israelíes a expropiar lo que les pertenece a los palestinos, mientras van quedando confinados en su propia tierra; sin embargo allí no toman las armas, el pueblo resiste de modo pacífico y Emad filma sin cesar: 5 años, 5 cámaras son rotas; lo que se mantiene es la capacidad de no doblegarse, y la necesidad de proteger los recuerdos, lo que les pertenece. Obtenemos un documento vivo, dinámico, con una forma de contar tan impresionante que no queda más de otra que indignarse. Eso sí, es sutil pese a lo perverso y duro de la realidad vivida.
Las tragedias no paran, tampoco el espíritu de los palestinos y menos el de Emad. La lucha les otorga fuerzas, la cámara perpetúa la historia, nos deja ver sus costumbres y es un ojo y testimonio muy evidente de ubicar a los terroristas. Al ver este emotivo y necesario documental, me permite reconocer una función de los medios: la de sanar. Pese a la sangre corriendo, a los caídos, a la tortura, al dolor, el documental es una apuesta por la vida, por la necesidad del re-encuentro y los sueños. Las 5 cámaras fueron quebrantadas, no filmaron todo lo que debieron, pero nos dejaron un legado, el de los recuerdos protegidos para volverlos memoria. La estrategia funciona, el documental es ahora una forma de contar historias.