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Voto de AlbertoVP:
2
7,0
47.078
Ciencia ficción
Treinta años después de los eventos del primer film, un nuevo blade runner, K (Ryan Gosling) descubre un secreto profundamente oculto que podría acabar con el caos que impera en la sociedad. El descubrimiento de K le lleva a iniciar la búsqueda de Rick Deckard (Harrison Ford), un blade runner al que se le perdió la pista hace 30 años. (FILMAFFINITY)
5 de octubre de 2017
48 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo está el siglo XXI. Del ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? hemos pasado al ¿Tienen los críticos miedo a pillarse los dedos en el tiempo? Ya me decían unos colegas que jamás habían leído tantas y tan buenas opiniones sobre un estreno, y que era algo que les resultaba sospechoso. No se equivocaban: Blade Runner: 2049 es un petardo de aúpa. Una obra que finge estar liberada del original, pero que sólo lo puede fingir; que se cree tocada por la mirada de un autor, pero que sólo lo puede creer; que insinúa no deberle nada a los blockbusters del momento, pero que tan solo lo puede insinuar. Porque lo último de Denis Villeneuve es un esclavo de todo eso que en teoría esquiva. La copia mala del mito, su replicante más vulgar.
Resulta productivo hacerse unas primeras preguntas para medir el fracaso de este supuesto gran triunfo. Por ejemplo, ¿cuántos de los espacios nuevos pueden competir con los originales? ¿Cuántos de ellos no los habías visto antes? ¿Están usados a fondo o son mera carcasa? ¿Dónde surgen las imágenes más complejas de esta secuela, en esos nuevos espacios o en el reciclado de los viejos? Otra ronda relámpago: ¿Podría citar el espectador algún personaje moderno que aporte de verdad algo al universo Blade Runner? Más allá del que interpreta Ryan Gosling, ¿hay alguno con la complejidad suficiente como para estar a la altura de las expectativas?
Resulta productivo hacerse unas primeras preguntas para medir el fracaso de este supuesto gran triunfo. Por ejemplo, ¿cuántos de los espacios nuevos pueden competir con los originales? ¿Cuántos de ellos no los habías visto antes? ¿Están usados a fondo o son mera carcasa? ¿Dónde surgen las imágenes más complejas de esta secuela, en esos nuevos espacios o en el reciclado de los viejos? Otra ronda relámpago: ¿Podría citar el espectador algún personaje moderno que aporte de verdad algo al universo Blade Runner? Más allá del que interpreta Ryan Gosling, ¿hay alguno con la complejidad suficiente como para estar a la altura de las expectativas?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Así es. Blade Runner 2049 es espectacularidad plana con personajes planos. Y allá donde hay algo más de miga, surge la sospecha del pálido reflejo. Por ejemplo, es cierto que el agente K, a quien da vida Gosling, tiene una problemática muy interesante, pero no es menos cierto que esa problemática surge del mito Deckhard (¿era o no un replicante?) sumado al drama de Rachel (Sean Young), quien debía asumir su existencia como un sueño, como una mentira, según se abrazaba al amor VERDADERO que le podía proporcionar el solitario detective.
Por tanto, muy poca originalidad en el fondo. También en las formas. El mismo arranque del film ya pone en alerta a cualquier espectador medianamente espabilado: un primerísimo primer plano de un ojo que emula aquel que abría la película de 1982. Sin embargo, el globo ocular de Rutger Hauer, en el que se reflejaba un travelling de acercamiento a la ciudad de Los Ángeles en un hipotético 2019, estaba contando algo de manera fascinante: la llegada a la tierra de los replicantes. Quizás se me escapó algo, pero no detecté ni media idea en el citado comienzo de la cinta de Villeneuve.
Aparte, creo resulta lamentable que las deudas con el referente empiecen desde el mismo minuto uno. Unas deudas que se extenderán durante las más de dos horas y media de aburridísimo metraje. Qué decir si no del muy pedante sujeto al que da vida Jared Leto, que no pasa de ser un Tyrell de regional. Otra vez: si estamos ante una NUEVA producción, ¿por qué tiene que haber otro dios terrenal? Un personaje, para más inri, que remarca de forma patética su suprema condición al repetir constantemente la palabra ‘ángel’. Es como si los guionistas necesitaran subrayar lo que ya sabemos: que Roy Batty era un ángel caído, un rebelde que ascendía durante una impagable partida de ajedrez al cielo para enfrentarse a su creador. Ahora, ¿hay en este proyecto algo remotamente parecido tanto en estética como en ideas a aquello? ¿Actúa la mano derecha de Leto (esa mujer que parece la mala de Austin Powers) como la figura alada que no deja de ser mencionada? Mucho me temo que mejores ejemplos hemos visto en propuestas mucho menos pretenciosas.
Blade Runner: 2049 es como un niño pequeño al que se le da mal dibujar y mira lo que hace el compañero talentoso de al lado para copiar la base e inventar desde ahí. Sólo hay que echarle un ojo al personaje que interpreta como puede Ana de Armas, una chica virtual que se supone salida de los fascinantes neones del original. La idea es muy buena, pero la ejecución no: aquellas mujeres orientales que emitían sugestivos sonidos al paso de un vehículo volador han mutado en una hispana que suelta una manida y cursi cháchara a su novio (o lo que sea). Su historia de amor con Ryan Gosling no pasa de una telenovela de cuarta filtrada por una ciencia ficción de parvulario (Her, de Spike Jonze). Y sí, deja algún que otro instante tan sugerente como desperdiciado (los dos bajo la lluvia), aunque ninguno como esa escena de sexo a cuatro manos, paradigma de lo incómodo que Denis Villeneuve se siente con el material y las expectativas dadas.
Si vas a filmar sexo, fílmalo. ¡Qué película más pacata, por Dios! Uno no sabe si busca reflejar un mundo hipersexualizado o no, porque jamás va hasta el final. Ni siquiera las mejores ocurrencias, como la escena del burdel, aportan un peso específico al conjunto, pues no duran. No es de extrañar que el swing, la sensualidad y la sexualidad apunto de estallar de la relación Ford-Young haya dado paso a la ya tópica moñería intangible del siglo XXI. Imposible, pues, que el susodicho momento a cuatro manos, cortado por la imagen de una Ana de Armas gigante de neón, tenga la pegada deseada.
La sensación última es que este Blade Runner no trata en ningún instante de hacer cuentas con las emociones ni las imágenes del presente. Tampoco... SIGUE LEYENDO EN https://hombreblandengue.wordpress.com/2017/10/05/blade-runner-2049-elogio-del-miedo/
Por tanto, muy poca originalidad en el fondo. También en las formas. El mismo arranque del film ya pone en alerta a cualquier espectador medianamente espabilado: un primerísimo primer plano de un ojo que emula aquel que abría la película de 1982. Sin embargo, el globo ocular de Rutger Hauer, en el que se reflejaba un travelling de acercamiento a la ciudad de Los Ángeles en un hipotético 2019, estaba contando algo de manera fascinante: la llegada a la tierra de los replicantes. Quizás se me escapó algo, pero no detecté ni media idea en el citado comienzo de la cinta de Villeneuve.
Aparte, creo resulta lamentable que las deudas con el referente empiecen desde el mismo minuto uno. Unas deudas que se extenderán durante las más de dos horas y media de aburridísimo metraje. Qué decir si no del muy pedante sujeto al que da vida Jared Leto, que no pasa de ser un Tyrell de regional. Otra vez: si estamos ante una NUEVA producción, ¿por qué tiene que haber otro dios terrenal? Un personaje, para más inri, que remarca de forma patética su suprema condición al repetir constantemente la palabra ‘ángel’. Es como si los guionistas necesitaran subrayar lo que ya sabemos: que Roy Batty era un ángel caído, un rebelde que ascendía durante una impagable partida de ajedrez al cielo para enfrentarse a su creador. Ahora, ¿hay en este proyecto algo remotamente parecido tanto en estética como en ideas a aquello? ¿Actúa la mano derecha de Leto (esa mujer que parece la mala de Austin Powers) como la figura alada que no deja de ser mencionada? Mucho me temo que mejores ejemplos hemos visto en propuestas mucho menos pretenciosas.
Blade Runner: 2049 es como un niño pequeño al que se le da mal dibujar y mira lo que hace el compañero talentoso de al lado para copiar la base e inventar desde ahí. Sólo hay que echarle un ojo al personaje que interpreta como puede Ana de Armas, una chica virtual que se supone salida de los fascinantes neones del original. La idea es muy buena, pero la ejecución no: aquellas mujeres orientales que emitían sugestivos sonidos al paso de un vehículo volador han mutado en una hispana que suelta una manida y cursi cháchara a su novio (o lo que sea). Su historia de amor con Ryan Gosling no pasa de una telenovela de cuarta filtrada por una ciencia ficción de parvulario (Her, de Spike Jonze). Y sí, deja algún que otro instante tan sugerente como desperdiciado (los dos bajo la lluvia), aunque ninguno como esa escena de sexo a cuatro manos, paradigma de lo incómodo que Denis Villeneuve se siente con el material y las expectativas dadas.
Si vas a filmar sexo, fílmalo. ¡Qué película más pacata, por Dios! Uno no sabe si busca reflejar un mundo hipersexualizado o no, porque jamás va hasta el final. Ni siquiera las mejores ocurrencias, como la escena del burdel, aportan un peso específico al conjunto, pues no duran. No es de extrañar que el swing, la sensualidad y la sexualidad apunto de estallar de la relación Ford-Young haya dado paso a la ya tópica moñería intangible del siglo XXI. Imposible, pues, que el susodicho momento a cuatro manos, cortado por la imagen de una Ana de Armas gigante de neón, tenga la pegada deseada.
La sensación última es que este Blade Runner no trata en ningún instante de hacer cuentas con las emociones ni las imágenes del presente. Tampoco... SIGUE LEYENDO EN https://hombreblandengue.wordpress.com/2017/10/05/blade-runner-2049-elogio-del-miedo/