Cuando la visioné/escuché /soporté por primera y única vez, no tenía ni la más remota idea del entusiasmo que este pesadometraje iba a despertar entre un público que se iba a convertir en legión-fan de Nolan y su supermegaprofundo pupilo negro.

Mientras mi conciencia se balanceaba entre el puro bostezo y la más absoluta perplejidad al constatar que realmente había alguien capaz de dar forma a diálogos tan insípidos y huecos, mi cerebro, semianestesiado por tanta parafernalia ensombrecida no podía atisbar ni por asomo la nutrida hueste de incondicionales que se iba a convocar para celebrar la aparición del héroe definitivo en la historia de la humanidad cinéfila o no.

Como tampoco se hizo cargo en su momento de la devoción que iba a despertar ese tan malvado malévolo malsano jóker, que no podía hablar sin dejar de comerse los mocos a la vez. Y tan de izquierdas que es, que le importa una mierda el capital. Sorprendente la profundidad de dicho personaje.

Me sabe mal por Heath Ledger, que ya no se puede defender. Es lo que yo pensaba cuando estaba vivo, es lo que sigo pensando ahora que no lo está. Perdón por esta arremetida, que no va por ti, ya que en su momento simplemente me limité a archivar el lote oscuro enterito en el estante de los olvidables. No va por ti, sino por la legión de fanáticos que vuela tras la estela de la capa de otro musculoso y oscuro batman ( y van ya 3?... 4?... según sus fans este es el colmo de la originalidad, como lo era el jocker de Jack Nicholson en su momento), legión de fanáticos cuya bendecida hermandad tiene carta blanca/negra para DENIGRAR todo aquello que no sea tan oscuro como su santidad-batman-Bale y su cardenal-Jocker-Ledger y, por supuesto, por supuesto, su Dios-Christopher-Nolan.