Resulta ser Banderas, un arribista con muy poco caché aficionado a las tortugas, que consigue tirarse a una diseñadora de zapatos inglesa felizmente casada con el enorme Neeson, pero al que pone los cuernos durante diez años hasta que muere de cáncer.
El papel que juega el correo elctrónico en esta película es crucial, como en tantas de los últimos tiempos, pero ahora es la puerta por la que pueden descubrirse las infidelidades. Impostada la actuación del marido cornudo en busca de venganza, la película no se sostiene ni con la metafórica partida de ajedrez que mantienen los dos hombres unidos por la misma mujer.