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Voto de Perséfone:
8
Comedia. Romance A Lansquenet, un pueblo francés muy tradicional, donde nada ha cambiado en los últimos cien años, el Viento del Norte lleva consigo a dos forasteras: Vianne Rocher (Juliette Binoche) y su hija Anouk (Victoire Thivisol). Vianne inaugura una chocolatería repleta de dulces capaces de despertar los ocultos apetitos de los habitantes del pueblo. Posee, además, un don especial que le permite percibir los deseos de los demás y satisfacerlos ... [+]
7 de enero de 2012
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La película constituye un alegato en favor del sensualismo y en contra de la racionalidad ilustrada y más ampliamente de la normatividad, tanto religiosa como moral. De entrada me atrae la ambientación y el tono como de cuento y en seguida advierto que esas dos caperucitas rojas que vienen con el viento del norte a un pueblo reaccionario francés en 1959 van a armar un escándalo. El cacique, que es también conde, que escribe los sermones de un inexperto párroco y que controla la moralidad de ese pequeño pueblo, acabará subyugado por el placer simbolizado en el chocolate, no sin antes haber proclamado en octavillas por todo el pueblo su "Boicot a la inmoralidad". Porque lo que la cinta nos transmite es de qué manera se mantenían las normas morales en un pueblo que no probaba el chocolate en cuaresma y que estaba adocenado por el clero y el cacique, hasta el extremo de pegar fuego a unos funámbulos que recalan allí a través del río. La fotografía del pueblo tomada junto con su río y que aparece en varias escenas es muy evocadora, así como las capas rojas que visten madre e hija, la leyenda sobre el chocolate con guindilla maya...
Tiene a su favor todas estas cosas y también la buena voluntad de Binoche y su belleza. También esa extraña benevolencia por la cual hay algunas personas que logran cambiar el orden establecido a fuerza de mantenerse perseverantes en sus conductas por muy diferentes que éstas sean a las de la comunidad. En un momento dado Binoche dice: "Ser diferente es muy difícil". Con eso entendemos que proclamarse ateo en una sociedad tan cerrada y católica como esa es toda una hazaña que algunas personas valientes como la protagonista de este bonito cuento se atreven a hacer. Además tiene una hija sin padre, es independiente económicamente, nómada, y todo eso molesta a una sociedad reaccionaria a la que Binoche, sin embargo logra cambiar. El cambio más espectacular y el primero se produce con su amiga, a quien logra sacar de las garras de un marido maltratador y acoje en su pastelería. Poco a poco el número de adeptos aumenta hasta que logra sucumbir el propio cacique, quien se atraca de chocolate en un asalto nocturno a la chocolaterie.
Aunque los personajes puedan ser calificados de estereotipados y las escenas más que previsibles, me quedo con la intención moralizante y la forma de enfrentar las dos facciones más ancestrales que existen sobre la moralidad: ella misma y la liberalidad. Binoche es tachada de liberal porque difiere de los habitantes de ese pueblo hasta en la forma de vestir. Es una mujer de mundo, sensual, que además no conoce la palabra odio. Si bien puede resultar inverosímil que el orden reaccionario y la mentalidad de ese pueblo cambie por las buenas acciones que Binoche lleva a cabo, es precisamente ese aspecto el que puede llegar a atraerte y el chocolat es una excusa para simbolizar el hedonismo tan necesario en sociedades regidas por normas absurdas.
Perséfone
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