A Resacón en las Vegas hay que reconocerle el mérito. Me refiero por supuesto a la primera entrega, que no critiqué en su momento por pura pereza seguramente. De todos modos, hay que reconocerle su humor desenfrenado, la aceptación que tuvo con el público ( de ahí convertirla en trilogía) y su divertida premisa "rompecabezas" de averiguar lo que sucedió tras una noche de farra de esas que hacen historia.

De su reparto había que destacar el buen hacer de todo el grupo y destacar por separado el trabajo de Zach Galifianakis, que aportaba el toque de hilaridad necesario para pasar un rato mas que entretenido delante de la pantalla. Luego vino la consabida segunda parte, que cambiaba el escenario de Las Vegas por el exotismo de Bangkok. Se limitaron a eso, no hacía falta esforzarse más. Con esta tercera entrega, y alabando el hecho de no caer en más de lo mismo, se pierde todo lo bueno de las anteriores entregas. Humor de mercadillo, trama insostenible por absurda, y el abuso que sufre el personaje de Galifianakis en el que recae el escaso humor de la cinta. Todos los demás pasaban por allí para luego recoger el consabido y jugoso cheque.

Todo resulta tan olvidable como prescindible al poco rato. Si había que cerrar con una trilogía, se podía haber hecho al menos de forma mas divertida. No es justificable que como mucho te sonrías un par de veces y lo mejor de la cinta sean sus créditos finales. Pero como digo siempre, el dólar manda a pesar de que el producto final sea tan lamentable.

La recomendaría para una tarde noche de domingo en la que os veáis invadidos por una plaga de bostezos. Eso si, sin pagar. No hay mucho más que decir cuando ya se ha exprimido el limón tantas veces.