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Voto de Francisco de Javier:
9
8,0
1.385
Serie de TV. Drama
Miniserie de TV (1973). 6 episodios. El matrimonio formado por Johan, profesor de psicología, y Marianne, abogada, recibe una noche en su casa la visita de sus amigos Peter y Katerina. Al poco tiempo, los invitados empiezan una fuerte discusión en la que los anfitriones intentan mediar sin éxito alguno. Cuando se quedan solos, Johan y Marianne empiezan a hablar de su matrimonio y de sus problemas. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Formalmente, como todo lo que hace Bergman es refinado y pulcro. De los diálogos sobreviene una educación y una elegancia que lo separa de cualquier telenovela o serie, y que al dividirlo en capítulos permite una progresión lenta y estudiada que finaliza en un clímax inevitable. Las actuaciones de Liv Ullmann y Erland Josephson como Marianne y Johan son soberbias, y hacen de hilo conductor para todo el cajón de sastre que Bergman ha removido para sacar adelante tremendo retrato fino y descorazonador de la realidad de la institución matrimonial en la Suecia de los 70 (y ahora, del resto del mundo occidental).
En ella, el sueco juega magistralmente reproduciendo las consecuencias de la desnaturalización de la institución, que desde que ha degenerado en un puro formalismo legal se ha convertido en una carga intolerable para mucho. Los cónyuges se han rebelado contra la institución en una búsqueda de «libertad» o realización «personal» en la que el amor pasa a ser una especie de velo que disfraza o maquilla la idolatría. El amor conyugal ha dejado de ser unión íntima de dos almas para convertirse en un ansia nunca satisfecha de felicidad inmediata, y así, creyendo ser más libre se ha hecho más esclavo de la veleidad, de la vanidad, del hastío, de la búsqueda de experiencias nuevas y necias.
Amor y egoísmo están cada vez más embrollados en las relaciones de los sexos, y así los cónyuges no llegan a conocerse realmente. Aman un fantasma que crean a imagen de su deseo, o en todo caso avanzan hacia una simbiosis de egoísmos. A esta entronización del deseo personal y egoísta se suma una ruptura entre sexualidad y matrimonio, entre sexualidad y procreación e incluso entre sexualidad y amor, que ha terminado por malherir la institución matrimonial, y a consecuencia, las relaciones conyugales verdaderas.
Tras estas palabras basadas en doctas reflexiones de Juan Manuel de Prada, volvemos a Bergman, que usa una exquisita ironía para sugerir la ruptura del matrimonio, desde su punto de vista existencialista, que termina provocando un lamentable nihilismo y pesimismo. Hay quien ve en ella una oda al amor conyugal, la reconciliación y las relaciones sexuales. No lo veo así en absoluto, sino una suerte de una lamentable desamor.
La primera sorna que Bergman induce son las profesiones de los protagonistas, ambos de alta clase social: un profesor de psicología y una abogada de derecho familiar, experta irónicamente en divorcios. Él, que debe conocer los entresijos de la mente y la conducta humana y ella, que debe conocer las causas y razones de la familia -aunque su trabajo consista en demolerla-. Ambos, de una gran educación y erudición, y de un acomodado estilo de vida, seguros de sí mismos e incluso virtuosos en apariencia. Son personajes perfectamente construidos, y con un desarrollo -irónicamente de nuevo, destructivo- muy bien llevado, en el que se verá que no son lo que parecen por la superficie.
En ella, el sueco juega magistralmente reproduciendo las consecuencias de la desnaturalización de la institución, que desde que ha degenerado en un puro formalismo legal se ha convertido en una carga intolerable para mucho. Los cónyuges se han rebelado contra la institución en una búsqueda de «libertad» o realización «personal» en la que el amor pasa a ser una especie de velo que disfraza o maquilla la idolatría. El amor conyugal ha dejado de ser unión íntima de dos almas para convertirse en un ansia nunca satisfecha de felicidad inmediata, y así, creyendo ser más libre se ha hecho más esclavo de la veleidad, de la vanidad, del hastío, de la búsqueda de experiencias nuevas y necias.
Amor y egoísmo están cada vez más embrollados en las relaciones de los sexos, y así los cónyuges no llegan a conocerse realmente. Aman un fantasma que crean a imagen de su deseo, o en todo caso avanzan hacia una simbiosis de egoísmos. A esta entronización del deseo personal y egoísta se suma una ruptura entre sexualidad y matrimonio, entre sexualidad y procreación e incluso entre sexualidad y amor, que ha terminado por malherir la institución matrimonial, y a consecuencia, las relaciones conyugales verdaderas.
Tras estas palabras basadas en doctas reflexiones de Juan Manuel de Prada, volvemos a Bergman, que usa una exquisita ironía para sugerir la ruptura del matrimonio, desde su punto de vista existencialista, que termina provocando un lamentable nihilismo y pesimismo. Hay quien ve en ella una oda al amor conyugal, la reconciliación y las relaciones sexuales. No lo veo así en absoluto, sino una suerte de una lamentable desamor.
La primera sorna que Bergman induce son las profesiones de los protagonistas, ambos de alta clase social: un profesor de psicología y una abogada de derecho familiar, experta irónicamente en divorcios. Él, que debe conocer los entresijos de la mente y la conducta humana y ella, que debe conocer las causas y razones de la familia -aunque su trabajo consista en demolerla-. Ambos, de una gran educación y erudición, y de un acomodado estilo de vida, seguros de sí mismos e incluso virtuosos en apariencia. Son personajes perfectamente construidos, y con un desarrollo -irónicamente de nuevo, destructivo- muy bien llevado, en el que se verá que no son lo que parecen por la superficie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
1. Inocencia y pánico (Oskuld och panik)
Fruto del matrimonio: dos hijas que no aparecen más que unos segundos en toda la serie, y casi ni si quiera en las conversaciones entre ambos cónyuges. Se convierten en seres etéreos, mitos que no forma parte de esa familia. Como el tercer hijo concebido, abortado a consecuencia de la desacralización de la vida, consecuencia última del estado actual de la familia; las otras hijas han sido «abortadas» metafóricamente, pues si bien el fin último del Matrimonio es la procreación y eduación de la descendencia, tenemos anticoncepción, aborto e invisibilización.
2. El arte de meter asuntos bajo el tapete (Konsten att sopa under mattan)
Cada conflicto que azota a los desposados es barrido bajo la alfombra, como aquella insegura conversaciones sobre sus relaciones sexuales, que distan de ser ideales. Cada conflicto, si no es movido bajo el tapete, es solucionado de común acuerdo, ocultando y reprimiendo las verdades incómodas, obteniendo así una falta de sinceridad y unidad generosa que tambalea la relación y la enfría. Esta frialdad se proyecta en la nueva cliente de la abogada, que quiere romper su matrimonio pues no experimenta en él amor, tampoco ama a sus hijos, consecuencias de una indiferencia absoluta.
3. Paula
La noticia de que él se ha enamorado de otra y que se irá a París con ella la mañana siguiente es recibida por Marianne con amargura pero con una tal impasibilidad (algo chocante en España), que incluso le ayuda a hacer la maleta para su partida. Marianne se entera además que gran parte su círculo social estaba al corriente de la situación -desde hace bastante tiempo-, que se convierte en cómplice al no informar a Marianne, así como la sociedad actual es cómplice de la destrucción de la familia.
4. El valle de lágrimas (Tåredelen)
Aproximadamente un año después Marianne y Johan vuelven a encontrarse; ella parece haber rehecho su vida con algunos amantes, él está apunto de alcanzar un ascenso social como catedrático, sin embargo está empezando a cansarse de su amante. A pesar de los intentos de acercamiento de ambos, que comienzan a mostrar inseguridad, vuelven a separarse; Marianne vuelve a quedarse sola.
5. Los analfabetos (Analfabeterna)
Somos analfabetos emocionales, dice Johan en el que es el capítulo más desgarrador de la serie. Han pasado unos años más y finalmente deciden poner fin a su contrato matrimonial mediante el divorcio. Pero antes de firmar, se acuestan en un intento último de unidad, pero después se desencadena un enfrentamiento horroroso en el que se muestran tal cual son; un hombre inseguro y afeminado y una mujer desgraciada y vulnerable. El enfrentamiento alcanza un climax tal, que llega a las manos en una desesperación absoluta, y que saca a la luz agresiones reprimidas durante mucho tiempo, barridas bajo la alfombra. Y en un ambiente de absoluto odio y desprecio, firman los papeles del divorcio.
6. En plena noche, en una casa oscura (Mitt i natten i ett mörkt hus)
Muchos años después, cada uno ha rehecho su vida y se ha vuelto a casar. Sin embargo enseguida nos percatamos que cada uno tiene un amante; y para culminar con la mayor de las ironías, descubrimos que Johan y Marianne son los amantes, que van a pasar un fin de semana juntos arpvechando que sus cónyuges están de viaje al mismo tiempo. Cumbre que se corona con «¿crees que [todos] vivimos en la absoluta confusión?», alcanzando el nihilismo y pesimismo que antes vaticinábamos.
Rizando un poco el rizo quizá, me gusta ver en la separación de cada capítulo un pilar demolido, siendo la procreación y educación (1), unidad (2), fidelidad (3), ayuda mutua, amor y generosidad conyugal (4) e indisolubilidad (5), que provocan la ocurrente ironía final (6).
Fruto del matrimonio: dos hijas que no aparecen más que unos segundos en toda la serie, y casi ni si quiera en las conversaciones entre ambos cónyuges. Se convierten en seres etéreos, mitos que no forma parte de esa familia. Como el tercer hijo concebido, abortado a consecuencia de la desacralización de la vida, consecuencia última del estado actual de la familia; las otras hijas han sido «abortadas» metafóricamente, pues si bien el fin último del Matrimonio es la procreación y eduación de la descendencia, tenemos anticoncepción, aborto e invisibilización.
2. El arte de meter asuntos bajo el tapete (Konsten att sopa under mattan)
Cada conflicto que azota a los desposados es barrido bajo la alfombra, como aquella insegura conversaciones sobre sus relaciones sexuales, que distan de ser ideales. Cada conflicto, si no es movido bajo el tapete, es solucionado de común acuerdo, ocultando y reprimiendo las verdades incómodas, obteniendo así una falta de sinceridad y unidad generosa que tambalea la relación y la enfría. Esta frialdad se proyecta en la nueva cliente de la abogada, que quiere romper su matrimonio pues no experimenta en él amor, tampoco ama a sus hijos, consecuencias de una indiferencia absoluta.
3. Paula
La noticia de que él se ha enamorado de otra y que se irá a París con ella la mañana siguiente es recibida por Marianne con amargura pero con una tal impasibilidad (algo chocante en España), que incluso le ayuda a hacer la maleta para su partida. Marianne se entera además que gran parte su círculo social estaba al corriente de la situación -desde hace bastante tiempo-, que se convierte en cómplice al no informar a Marianne, así como la sociedad actual es cómplice de la destrucción de la familia.
4. El valle de lágrimas (Tåredelen)
Aproximadamente un año después Marianne y Johan vuelven a encontrarse; ella parece haber rehecho su vida con algunos amantes, él está apunto de alcanzar un ascenso social como catedrático, sin embargo está empezando a cansarse de su amante. A pesar de los intentos de acercamiento de ambos, que comienzan a mostrar inseguridad, vuelven a separarse; Marianne vuelve a quedarse sola.
5. Los analfabetos (Analfabeterna)
Somos analfabetos emocionales, dice Johan en el que es el capítulo más desgarrador de la serie. Han pasado unos años más y finalmente deciden poner fin a su contrato matrimonial mediante el divorcio. Pero antes de firmar, se acuestan en un intento último de unidad, pero después se desencadena un enfrentamiento horroroso en el que se muestran tal cual son; un hombre inseguro y afeminado y una mujer desgraciada y vulnerable. El enfrentamiento alcanza un climax tal, que llega a las manos en una desesperación absoluta, y que saca a la luz agresiones reprimidas durante mucho tiempo, barridas bajo la alfombra. Y en un ambiente de absoluto odio y desprecio, firman los papeles del divorcio.
6. En plena noche, en una casa oscura (Mitt i natten i ett mörkt hus)
Muchos años después, cada uno ha rehecho su vida y se ha vuelto a casar. Sin embargo enseguida nos percatamos que cada uno tiene un amante; y para culminar con la mayor de las ironías, descubrimos que Johan y Marianne son los amantes, que van a pasar un fin de semana juntos arpvechando que sus cónyuges están de viaje al mismo tiempo. Cumbre que se corona con «¿crees que [todos] vivimos en la absoluta confusión?», alcanzando el nihilismo y pesimismo que antes vaticinábamos.
Rizando un poco el rizo quizá, me gusta ver en la separación de cada capítulo un pilar demolido, siendo la procreación y educación (1), unidad (2), fidelidad (3), ayuda mutua, amor y generosidad conyugal (4) e indisolubilidad (5), que provocan la ocurrente ironía final (6).