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España España · Sevilla / Ávila
Voto de Francisco de Javier:
9
Serie de TV. Drama Miniserie de TV (1973). 6 episodios. El matrimonio formado por Johan, profesor de psicología, y Marianne, abogada, recibe una noche en su casa la visita de sus amigos Peter y Katerina. Al poco tiempo, los invitados empiezan una fuerte discusión en la que los anfitriones intentan mediar sin éxito alguno. Cuando se quedan solos, Johan y Marianne empiezan a hablar de su matrimonio y de sus problemas. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Formalmente, como todo lo que hace Bergman es refinado y pulcro. De los diálogos sobreviene una educación y una elegancia que lo separa de cualquier telenovela o serie, y que al dividirlo en capítulos permite una progresión lenta y estudiada que finaliza en un clímax inevitable. Las actuaciones de Liv Ullmann y Erland Josephson como Marianne y Johan son soberbias, y hacen de hilo conductor para todo el cajón de sastre que Bergman ha removido para sacar adelante tremendo retrato fino y descorazonador de la realidad de la institución matrimonial en la Suecia de los 70 (y ahora, del resto del mundo occidental).

En ella, el sueco juega magistralmente reproduciendo las consecuencias de la desnaturalización de la institución, que desde que ha degenerado en un puro formalismo legal se ha convertido en una carga intolerable para mucho. Los cónyuges se han rebelado contra la institución en una búsqueda de «libertad» o realización «personal» en la que el amor pasa a ser una especie de velo que disfraza o maquilla la idolatría. El amor conyugal ha dejado de ser unión íntima de dos almas para convertirse en un ansia nunca satisfecha de felicidad inmediata, y así, creyendo ser más libre se ha hecho más esclavo de la veleidad, de la vanidad, del hastío, de la búsqueda de experiencias nuevas y necias.

Amor y egoísmo están cada vez más embrollados en las relaciones de los sexos, y así los cónyuges no llegan a conocerse realmente. Aman un fantasma que crean a imagen de su deseo, o en todo caso avanzan hacia una simbiosis de egoísmos. A esta entronización del deseo personal y egoísta se suma una ruptura entre sexualidad y matrimonio, entre sexualidad y procreación e incluso entre sexualidad y amor, que ha terminado por malherir la institución matrimonial, y a consecuencia, las relaciones conyugales verdaderas.

Tras estas palabras basadas en doctas reflexiones de Juan Manuel de Prada, volvemos a Bergman, que usa una exquisita ironía para sugerir la ruptura del matrimonio, desde su punto de vista existencialista, que termina provocando un lamentable nihilismo y pesimismo. Hay quien ve en ella una oda al amor conyugal, la reconciliación y las relaciones sexuales. No lo veo así en absoluto, sino una suerte de una lamentable desamor.

La primera sorna que Bergman induce son las profesiones de los protagonistas, ambos de alta clase social: un profesor de psicología y una abogada de derecho familiar, experta irónicamente en divorcios. Él, que debe conocer los entresijos de la mente y la conducta humana y ella, que debe conocer las causas y razones de la familia -aunque su trabajo consista en demolerla-. Ambos, de una gran educación y erudición, y de un acomodado estilo de vida, seguros de sí mismos e incluso virtuosos en apariencia. Son personajes perfectamente construidos, y con un desarrollo -irónicamente de nuevo, destructivo- muy bien llevado, en el que se verá que no son lo que parecen por la superficie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Francisco de Javier
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