No es la primera vez que aparecen en el cine fenómenos extraños que atacan a las personas, Hitchcock ya hizo algo parecido en Los Pájaros y Buñuel ya tenía inventado el gas hipnotizador hace nada menos que 46 años en El ángel exterminador. Así que como no hay nada nuevo bajo el Sol, Shyamalan nos presenta una nueva fábula vestida con el traje del cambio climático, la maldad humana y bla, bla, bla. Resulta que todo comienza de la nada, de repente se producen extrañas muertes que nadie puede explicar y parece un ataque neurotóxico terrorista. A partir de ahí ya es el acabose, sálvese quién pueda.
Este señor va de visionario, de hacer guiones preciosistas, con mensaje, plásticos y la verdad que no hace mas que paquetes aburridísimos (El bosque es de juzgado) que buscan darnos en la conciencia y el único sitio donde dan es en la ventanilla del cine.