En un regreso por los contornos levemente satánico-satíricos de "El día de la bestia", Álex de la Iglesia rueda una película sobre tres atracadores que terminan en las garras de un grupo de brujas de pueblo que los termina usando para sus fines y rituales.

Pese a la fugaz aparición de Merkel en los créditos, la película, propia de la mediana edad, trata de cosas de tíos: de como las tías no les comprenden o a veces son demasiado, y de como dominan sus instintos desnortados con gran audacia.

La ironía final es menos ironía que gran clase magistral de como ciertas dosis de nihilismo tienen la "verdad humana" de una columna del ABC: De La Iglesia brilla convirtiendo en estrella cómica a Mario Casas, absolutamente desatado, y en un atraco inicial convertido en dialéctica de la pareja en crisis, pero el resto son, francamente, cosas de tíos un tanto zoquetes y no demasiado convincentes como metáforas de todo un género.